27 mayo 2004
Seychelles
Perros que hablan y pastan en los prados, viejas furgonetas que recorren el litoral de Menorca llenas de libros y de lamparas, con el interior tapizado de alfombras persas. Muros tan altos que ni un pájaro puede sobrevolarlos. Pájaros bala. Pájaros globo. Y una señora que me mira fijamente, pero por más que mueve la boca jamás consigue que la entienda.
Mientras la gente sueñe cosas de este tipo el gremio de los psicoanalistas podrá irse de vacaciones a las islas Seychelles todos los años. Sin reparar en gastos.
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