23 marzo 2012

Genealogía encontrada

Todos tenemos varias familias. De todas ellas sólo hay una que no escogemos.
El resto de nuestras familias pueden ser incidentales, hasta de contingencia, pero son siempre consecuencia de alguna pequeña elección. Elegimos primos y hermanos desde que escogemos el pupitre en el que nos sentamos en el parvulario. Lo hacemos también cuando vibramos con la misma canción que mucha otra gente en un concierto. Cuando leemos según qué libros o cuando nos perdemos en según que pueblos.
Lo bueno de la genealogía encontrada es que puedes sentir algo en común con alguien a quien en teoría no tienes nada que ver, y eso rara vez es malo.
No querría de todos modos que esto acabara como una oda al desarraigo. A fin de cuentas la familia encontrada puede decirte quién eres, pero la de sangre siempre te recuerda de donde vienes.

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Dedico esto a una valiente prima hermana recién encontrada que hace poco se me acercó y tras presentarse me echó una tierna reprimenda por tener esto del blog un poco abandonado animándome a escribir más. Gracias, M.