23 enero 2012

Kriptonita

Un meteorito en ocasiones no es más que un trozo de tu propio planeta. Como un cometa que atraviesa fragmentos de la misma estela que deja a su paso.
Conduces de noche por una carretera de las afueras y de repente sin saber porqué entiendes que eres el último artífice de muchos de tus problemas, y un experto en convencerte a ti mismo de que vienen de fuera. Tienes una epifanía y descubres que eres tu propia kriptonita.

19 enero 2012

Inconclusión

A veces pienso que he vivido cien vidas inconclusas. Vidas breves de las que he saltado antes de tiempo como cuando se alejan dos trenes paralelos. ¿Nunca has viajado en un vagón que circula junto a otro en paralelo y que de pronto se aleja?¿Nunca has mantenido la mirada a través de la ventana a alguno de sus pasajeros? El anonimato que da el inexorable alejamiento, la velocidad, y las dos capas de cristal animan mucho esa complicidad.

El salto entre vagones divierte pero la inconclusión de los trayectos puede hacer que pierdas la noción del tiempo y olvides adónde querías ir o porqué lo estabas haciendo.
Así que cuelgas cuadros, abordas proyectos, pegas portazos, viajas, besas,  aúllas, trasnochas, susurras, madrugas, resuelves ecuaciones, escribes canciones, te quedas con las ganas, cargas cajas, avistas halcones, echas de menos, riegas plantas y rompes macetas. Haces mucho, tanto que acabas siendo cien personas que apenas se hablan y se te llenan los bolsillos de tantos recuerdos como agujeros.
Lo cual ni es malo ni bueno, no hay orden ni propósito, ni planteamiento ni desenlace. Sólo el viaje.

14 enero 2012

Rematadamente lejos

A veces me gustaría pintar en el aire una linea imaginaria vertical  y tan alta que por muy largas que tengas esas uñas no puedas escalarla. Sólo hay tres tipos de personas, las fuentes, las que se dejan flotar y los sumideros. Y de mí no depende decidir si eres de los segundos o los terceros. Te  lo dirá el tiempo, y la  cantidad de amigos verdaderos que te queden cerca cuando hayas sondado el fondo de  tu agujero. No sé cuando llegará ese momento pero es más que probable que para entonces yo esté rematadamente lejos.

Calculla la distancia. Mira al horizonte. Multiplica por trescientos.

05 enero 2012

Chrismenos

La navidad no paró por aquí, aparentemente pasó de largo. Tampoco hubo cambio de año. Sonaron los cuartos y las campanadas y la gente comió las uvas, y se movieron las agujas.
Se actualizaron solos los calendarios digitales, y mientras la gente brindaba con cava y se emborrachaba entraban en vigor nuevas tasas fiscales y los servidores de los bancos actualizaron los tipos de cambio.
Pero el siguiente minuto y los que le siguieron, pese a los abrazos de los seres cercanos y el espectáculo de los nuevos anuncios más caros del año, pareció un poco más de lo mismo.
Como si alguien hubiese hubiese hurtado la sensación de dar carpetazo, borrón y cuenta nueva que siempre ha acompañado a estas fechas y los minutos, nada más llegar, ya parecieran minutos de segunda mano.
La poca gente que lo advirtió al momento procuró no decirlo en voz alta para evitar enfriar la celebración con un comentario inapropiado. Con los días el efecto fue más patente y se confirmaron los temores iniciales: todo apuntaba a que todas esas emociones extraviadas quedaban pospuestas doce meses a la espera de tiempos más propicios.
Se desconocían los detalles de la medida y se ignoraba si los sentires de este año se perderían o si serían devueltos acumulados junto con los correspondientes siguiente año. La sospecha de esto último lanzó a los especuladores bursátiles a invertir en futuros de marisco y reservar miles de entradas de cotillones para la siguientes celebraciones.

02 enero 2012

Lo sencillo

De un tiempo a esta parte he hecho de la renuncia a muchas cosas mi herramienta para buscar lo sencillo y que las pocas cosas que me ocurran sean cosas ciertas.
Necesito urgentemente ver un sentido esencial a las cosas y las personas y tener una respuesta clara ante ellas que ni siquiera tenga que pensar, algo que nazca de un convencimiento interior y asumido . Pero cuanto más me empeño en bucarlo más perdido me encuentro.
Mi cabeza tampoco ayuda, y en noches como esta a veces arranca el motor por cuenta propia y conduce sin nadie al volante alejándome del sitio al que quería llevar mis pensamientos. En otras ocasiones la siento como una casa de huéspedes, alojando ideas de paso que nunca se quedan demasiado tiempo ni dejan rastros visibles de su estancia.
No está exento de ironía eso de que simplificar me esté resultando más complicado de lo que pensaba. Me maravillo de lo poco que le cuesta al universo poner peros y  crear complejidad donde antes no había nada.
He tenido que levantar esta presa para darme cuenta de que aunque el un rio con menos agua no tiene necesariamente menos remolinos.