16 mayo 2004

Idea para un negocio

He decidido hacer algo productivo con mi talento innato para salir de noche y que me ocurran cosas absurdas y desastrosas.

Supongo que crearé una prestigiosa firma de entretenimiento para yuppies pudientes, me pagarán un dineral para que les lleve en grupitos organizados a clubes, afters, y demás sitios poco recomendables.

Algo como esos viajes de (controlada) aventura desertica en todo terreno en las que pueden lucir los pantaloncitos de mil bolsillos color arena comprados en Coronel Tapioca.

Pero en la ciudad. Y de noche.

Se emborracharán, harán el loco, liberarán endorfinas y maltratarán sus cuerpos. Exortizarán toda la tensión acumulada en las tensas reuniones de marketing, y finalmente, alguno de mis empleados infiltrados entre el gentío de la pista les birlará la cartera con DNI, carné de concudir, tarjetas y demás.

Y también las llaves de casa.



Se pasarán unas dos horas maldiciendo y preguntandose porqué siempre tienen que ser ellos los últimos en irse a casa.

Tendrán que recurrir a alguna buena amistad para que les deje dormir en su casa por la mañana hasta conseguir entrar en suya propia, unas 24 horas después.

Se ducharán, se pondrán el pijama, escucharán algo de jazz y encenderán sólo un par de luces en la casa.

Se quedarán tumbados en el sofa, mirando el techo y asimilando los recientes acontecimientos.

Y se alegrarán de por lo menos tener algo que contar. Sentirán que por una vez han escapado del pegajoso velo de predicibilidad que cubre sus modélicas y ordenadas vidas.

Y seguro que más tarde repiten.

Yo siempre lo hago.

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