29 julio 2004

Castigo divino (o albañiles negligentes)

No todos los dias se le abre a uno la tierra bajo los pies.
Y menos en la cocina, frente a la lavadora.
Me resisto a creer que haya sido una señal divina. Si existese, el viejo de arriba debería ocuparse de asuntos más urgentes en oriente medio antes de montarme a mí un miniapocalípsis domestico.
A fin de cuentas mis pecados son más o menos modestos.
El caso es que el azulejo que desde hace semanas estaba dividido por una finísima grieta ha emitido hoy su crujido póstumo, descubriendo una abertura en el suelo de un palmo de diámetro.
Una vez retirados los fragmentos he descubierto que vivo en una plataforma de azulejos suspendidos a unos tres centimetros sobre los que deberia ser tierra firme.
Los perspicaces obreros que reformaron mi piso antes de mi llegada decidieron que era más economico apoyar las baldosas en pegotes de cemento en lugar de extender una base uniforme bajo ellos.

A mi el suceso me ha conmocionado. En cuclillas frente al hueco he descubierto un submundo bajo mi suelo, minúsculo y misterioso. Un piso bajo mi piso. Tierra y piedrecitas. Olor a mojado y polvo.

No sé si el mundo de ahí abajo tiene habitantes. Y si existen, no sé si les hace gracia este vaso comunicante espontáneo que nos ha unido.
Como sé que pasaran unos dias hasta que se restablezca la separación natural entre nuestros ecosistemas, he decidido poner un respetuoso cartón en la hoquedad.
Y en la cara de abajo, reza en rotulador un "Disculpen las molestias."

27 julio 2004

Cortes de pelo, catarsis y una enigmatica tecla

Me voy a cortar el pelo.
Para mucha gente esto es un suceso casual, cotidiano.
Para mí, que me pongo en manos de un profesional de uvas a peras y paso la vida subsistiendo con autocortes caseros, el evento adquiere tintes de catarsis vital.
Quien sabe, tal vez con los viejos mechones caigan frustraciones, miedos y preocupaciones pasadas.
O tal vez no y me quede como estoy.
En cualquier caso, si la cosa me sale bien, continuaré con mi política de soltar lo innecesario. Tal vez abandone mi coche, queme mi casa y regale las dos plantas que han logrado aclimatarse al irregular régimen de riego al que las someto.
O tal vez no... hoy es un día de dudas.

Por cierto, escribo esto en un ordenador ajeno, y he descubierto en su viejo teclado una enigmática tecla debajo del "enter". Pone "turbo". Me he quedado pensando si apretarla o no antes de escribir este post.
Pero estoy en vacaciones y no pienso dejar que las cosas pasen más deprisa de lo necesario.
Así que nos quedaremos con las ganas de saber qué iba a pasar.

23 julio 2004

Al fin ya

Lo noto. Es un sabor ácido en la base de la lengua. El vello de los antebrazos que se mece con el aire a contrapelo. Y el hormigueo en las muñecas y en la nuca.
Es mi cuerpo el que lo nota, se anticipa y protesta. Porque las quiere ya, las necesita.
Y yo no voy a negarselas.

Son mis vacaciones.  Quice días de asueto improvisado.
Imprevisible. Imprevisto. Imposible.
Imposible será que me encuentren durante esta quincena.
Así que me busquen, si quieren.
Que yo y mi cuerpo estaremos en cualquier otro lado.

22 julio 2004

Sordos

Pasarás unos cuantos años de tormento adolescente pensando que en esta vida nos intentan engañar contínuamente en todo.
Mas tarde madurarás y te darás cuenta de que estas equivocado: la vida nos dice como funcionan las cosas, y nosotros podemos escuchar la verdad o hacernos los sordos.

A partir de ahí te juntarás con los sordos y empezarás a pasartelo pipa.

19 julio 2004

Tiempo

Puedes invertir el tiempo.
Ahorrarlo, ganarlo o reservartelo.
Puedes gastarlo o simplemente dejarlo escurrise por las cañerías.
 
Yo, este fin de semana, he aprendido a q u e m a r l o.
Pasé horas interminables viendolo arder y he tardado dos días en sacudirme las cenizas.

16 julio 2004

Una forma especial de saltar

Conozco una forma especial de saltar.
Un brinco extraño con giro de talón que te aisla del movimiento de la tierra.
Y mientras estás en el aire, la tierra gira bajo tus pies, como siempre ha hecho.
Sólo que antes la acompañabas en tu salto. Pero ahora no y el paisaje se desliza bajo tus pies a gran velocidad.
Y es una forma barata de viajar.
Cogiendo carrerilla esta mañana he saltado, y  cuando he caido estaba en Marruecos.
He almorzado allí. Muy buena gente y unas terracitas muy agradables.
"Volveré", me he dicho mientras pagaba al camarero.
El problema es que a la vuelta he equivocado los cálculos y me he tropezado con los pirineos.
Y el sitio no está mal, pero me esperaban en el trabajo.
Y además no llevaba la ropa adecuada.

Pequeña fuga

En ocasiones explicar los procesos mentales de un servidor es un poco difícil.
A veces, justificar las consecuencias derivadas de ellos ya entra en el terreno de lo imposible.
 
Ayer perdí mi coche.
La frase no es correcta del todo porque el coche siempre nunca se movió de donde lo había dejado. Pero yo olvidé donde estaba. Tampoco pasó necesariamente ayer, porque llevaba días sin usarlo. Pero ayer fui consciente de que no recordaba donde lo aparqué por última vez.
 
Los sitios de costumbre están ocupados por otros coches. En el retén de la grúa no lo tienen registrado. Vaya, eso si que es insólito: normalmente pasa allí mas tiempo que en la calle.
Finalmente aparece, tras peinar todo el barrio. Obviamente no lo robaron (mi coche  sólo podría ser el objeto de deseo de un anticuario).
 
No sé porqué me pasan estas cosas. Tal vez esté pagando las cosecuencias neuronales de mis excesos nocturnos del pasado. Tal vez mi cabeza tenga una pequeña fuga por donde gotean fechas, detalles, compromisos y recuerdos.

Yo seguiré justificando el incidente culpando a los fabricantes de coches : los hacen tan parecidos los unos a los otros que al final resulta muy fácil olvidarse de ellos.

15 julio 2004

Efecto dominó

A día de hoy creo que ya puedo decir que todo el mundo que me rodea conoce este blog.
Mi intención de mantenerlo en el anonimato ha fallado estrepitosamente y el efecto dominó ha hecho que casi todas las personas que me rodean, menos mi vecina septuagenaria (con la que tengo una sutilísima e interesante relación de enemistad), me haya "descubierto" de una manera o de otra.

Pues eso, a todos los aludidos os dedico este post.

Espero que no os importe que escriba como si no supiera que me leeis.
Y espero que a vosotros no os importe tratarme como si no leyerais lo que escribo.

Sociología doméstica y una postdata

Existen tres grupos de personas:

Uno. Los que tienen razones de sobra para estar contentos pero no se dan cuenta de ello.

Dos. Los que deberían ser desgraciados pero aún así disfrutan la vida sin perder demasiado tiempo preocupandose.

Tres. Los que pierden el tiempo inventando categorías donde clasificar a la gente.

P.D.: Hoy he dormido poco y bien. Una de las dos cosas supone un cambio.

14 julio 2004

Día movidito

No pab, no post.
Necesito un hueco en la agenda para tener un ataque de nervios.

13 julio 2004

Mi cuerpo, las normas del credo y el agente Smith

Yo no confiaría mi alma inmortal a alguien con gafas de sol. Supongo que se trata de eso.

Lo he pensado detenidamente. Las parejas de mormones americanotes que pululan de un lado a otro por las ciudades inspiraron el diseño de los personajes de los "agentes" de Matrix.
Tan pulcros y silenciosos. Tan trajeados y tan imperturbables. Tan ajenos al sistema que les rodea y sin embargo tan pretendidamente integrados en él. Faltan las gafitas de sol, pero seguro que esa carencia está estudiada y es intencionada.

Los observo sentados en el tren comunicandose entre ellos en un limitadísimo castellano (las normas del credo lo imponen) y concluyo que decididamente no están nada a gusto con sus propios cuerpos.
Residen en ellos y los transportan con fines meramente utilitarios, pero está claro que ni los conocen ni los disfrutan. Supongo que los niegan. Las normas del credo también lo imponen.
De hecho las normas del credo suelen negar cualquier cosa obvia (que tienes cuerpo, que te encanta el sexo, que un día vas y te mueres).

Me planteo seriamente la posibilidad de sentarme frente a ellos, mirarles fijamente y preguntarles si disfrutan de sus cuerpos.
Asumo que las palabras "disfrutar" y "cuerpo" están en su finito vocabulario de inglés-español y eso me anima.
Pero me imagino que ellos contratacarían con preguntas sobre un tema en el que pienso con muy poca frecuencia.
Y seguramente, de poco preparada, mi respuesta les incomodaría.

Y tampoco es cuestion de incomodarlos.
Que pelean muy bien, y además esquivan las balas.

12 julio 2004

La cruda realidad

Me da igual lo que digan la NASA, los gurús del MIT o los directores de las compañías punteras en I+D.
La tecnología me defrauda cada vez más.

Que conste que no pido coches voladores, robots psicoterapeutas, viajes interestelares o máquinas del tiempo.

Hoy, a mediados del año 2004:
- No puedo destostar el pan cuando se quema.
- Mi móvil no sale a buscarme cuando lo pierdo.
- La comida de sobre sabe a sobre.

Y a lo loco

Tony Curtis, haciendose pasar por el joven heredero del imperio petrolífero Shell, invita a Marilyn Monroe a su yate.
Yate que por supuesto no es suyo, si no de un millonario "de verdad" que termina pidiendo la mano de un Jack Lemmon convenientemente travestido para la ocasión. Pero ese es otro asunto.

El caso es que, en el embarcadero, suben a la potente motora que les llevará al lujoso yate.
Enfrentado a los mandos, Tony Curtis se da cuenta que ni siquiera sabe engranar la primera marcha, pero obviamente no quiere que la Monroe se entere.
Así que se gira y cortésmente le pregunta si le importa que efectuen la totalidad del trayecto marcha atrás.
A lo que la Monroe contesta que, en su compañía, cualquier trayecto es placentero.

La esbelta lancha comienza a avanzar hacia atrás, atentando contra todas las leyes de la hidrodinámica y levantando una cantidad de espuma considerable.
Y ellos dignos, emperifollados, elegantes y guapísimos emprenden sonrientes su trayecto hacia el barco a paso de caracol. Pero con un estilazo indudable.

Supongo que a veces, llevar la cabeza bien alta al hacer algo es casi tan importante como hacerlo en la dirección adecuada.

09 julio 2004

El sol, de vuelta

El grueso cristal de la ventana del vagón me filtra la luz del sol más blanco que he visto en meses.
El aire está tan limpio que apenas filtra su brillo, y la luz se derrama por todo el paisaje a pesar de que ya es tarde y pronto habrá anochecido.
Me arrimo a la ventana y capturo cuantos rayos puedo con mi cuerpo. Mi escasa ración diaria.
Bajo mis ojos entrecerrados, pasan silenciosos a toda velocidad los interminables campos de arroz. En esta época, y con el sol rociandolos a ras, están de un verde rabioso, insultante.
Pero no sé a qué huelen, y en pocos minutos entro en la ciudad y los olvido.
Hoy, como otros dias, las horas han resbalado. Y como muchas otras veces, no he podido librarme la sensacion de que en algun sitio está pasando algo. Y yo me lo estoy perdiendo.


08 julio 2004

Experinvento

Perfecto. Hermoso. Perdurable. Proporcionado. Acorde. Adecuado. Pulcro. Brillante. Inmaculado. Impoluto. Intachable. Impecable. Sólido. Equilibrado. Estable. Neutro. Inalterable. Liso. Vacío. Frío. Inanimado. Eterno. Bello. Árido. Muerto.

05 julio 2004

El Niño Voyeur

Tengo un niño voyeur delante de mi casa
Me lleva espiando varios dias.
Me mira, agarrado a los barrotes del balcón y se rie.
Yo mientras friego, hago la colada o barro el suelo. O me cocino la comida para llevarmela al trabajo el día siguiente.
Le llama su madre para cenar.
Luego le esperan una cama con olor a limpio, mil sueños despreocupados y un largo verano por malgastar.

Bien mirado, no me extrala que me mire y se ria.

Crispín

Tenía 9 años. Era moreno y canijo. Y mentía como nadie.
Empezó de pequeñito. Ya en sus primeros balbuceos descubrió el intimo placer de perlar la rutina familiar de trolas diminutas y cotidianas, casi imperceptibles.
El regocijo que le invadía cuando decía "pipí" y su madre se encontraba "popó" bajo los pañales, era algo que asumió como propio y nunca le causó ningún sentimiento de culpa.
Y pronto aprendió tambien que las mentiras no descubiertas eran las más valiosas, porque permitian el contínuo ejercicio del engaño sin miedo a la represalia.

El colegio supuso para él una liberación. Una tierra virgen donde desarrollar su don a costa de niños ingenuos.
Y de profesores también.
Inventaba excusas para disculpar el no tener hechos los deberes de caligrafía y arimética.
En ocasiones, pateando una pelota de papel de plata en el recreo, le venía a la cabeza de forma repentina una excusa rematadamente buena.
Y no no podía reprimir el impulso de usarla en la siguiente clase para no presentar los deberes, aún cuando los tenía todos hechos. Y las series del sumas y restas cuidadosamente calculadas pasaban del carpesano a la palerea de su cuarto.
Y es que Crispín era un embustero responsable.

El crío era el ojito derecho de su tutora, la Srta. Blanco, desde que un día, distridamente, la puso al día de la trágica muerte de su padre en altamar, poco después de su nacimiento. La joven profesora se enternecía ante la entereza del pequeño, hijo del capitán de un buque atunero desparecido en extrañas circunstancias. Y ello le hacía pasar por alto su bajo rendimiento, consecuencia indudable de la ausencia de una figura paterna cariñosa pero autoritaria.
Crispín justificó la presencia del señor del bigote que acompañaba a su madre en las reuniones de padres diciendole que era un pretendiente que intentaba usurpar por todos los medios el puesto de su querido progenitor.

El padre de Crispín, comercial de una empresa de productos de limpieza industriales, nunca entendió las miradas frías y reprobatorias de la Srta. Blanco en las reuniones del APA.

01 julio 2004

Causa perdida

Despues de años de dedicación has conseguido que tu familia te considere una causa perdida.
Tus sufridos padres te entienden, o más bien te conocen. También algunos pocos familiares, cercanos de verdad. Pero la familia distante se ha cansado de hacer cábalas intentando encuadrarte en una categoría.
Se desesperan viendo como caducan sus quinielas matrimoniales y se hacen añicos los clichés que driblas con destreza de fichaje galáctico.

Sólo con gran determinación y con un contínuo trabajo de desmarcaje y ausencia sistemática consigues que se cansen de incluirte inutilmente en las baterías de preguntas incómodas sobre status social, proyectos laborales, planes hipotecarios, adquisiciones automovilísticas, alardes de tecnología fotografico-digital y demás temas al uso.
Temas que de tan sobados mueren de inanición sobre el hortera mantel color salmón del agobiante salón de bodas. Entre la copa de helado medio derretida y el cenicero repleto de colillas.

Porque no sabes de futbol. No entienden muy bien como te ganas la vida. Ni nunca les has presentado una novia. Ni entras en el debate sobre cual es el mejor TDI por veinte mil euros.
No les incomodas, no les molestas.
Tan sólo no saben que hacer contigo.
Tú te estás acostumbrando y hasta empiezas a cogerle el gustillo.
Pero te sabe mal por ellos.