27 julio 2009

Nuevos suelos

Alguien que siempre necesita ocupar todo el camino me ha empujado a un lado, haciéndome rodar por el terraplén hasta despeñarme.
Ahora que pierdo pie y vuelo en caída libre disfruto más del paisaje y me cunden más los segundos. Reprimo las ganas de agradecerle el no haber sabido andar a mi lado, porque queda ya muy atrás de mi vuelo. No sé si planeo o caigo en picado. Sólo sé que no le envidio.

15 julio 2009

Perfect match

En los años ochenta los primeros servicios de citas por ordenador auguraban el inicio de una nueva era en las relaciones humanas.
En la era de los labios de neón y las corbatas estrechas, poderosas computadoras cotejarían todos los parámetros de nuestra personalidad asegurando que nuestra futura pareja compartiera nuestras aficiones, expectativas y , porqué no, también nuestras neuras más íntimas.
Da igual que nos gustara pasear por la playa, ver por la tele torneos de golf a las cinco de la mañana, desayunar tostadas de mallorquina con zumo de naranja, o practicar el sexo disfrazados de oso de peluche. El infalible computador siempre contraría nuestra media naranja en algún lugar del mundo.

El caso es que la idea murió de inanición sin que apenas nadie se diera cuenta.
Tal vez porque las sutilezas de la naturaleza humana son demasiado escurridizas para ser atrapadas en los campos de una base de datos.
O tal vez hubo un error de base en el procedimiento porque tenemos la manía de describirnos como nos gustaría ser más que como realmente somos y eso vició la calidad de los datos.
O quizás porque la idea de compartir nuestra vida con alguien totalmente análogo y complementario a nosotros resulta aterradoramente aburrida, y los músculos que animan nuestro pecho a veces nos piden esfuerzo, esprintar, cansarse. Y en ocasiones hasta añoran secretamente las agujetas.

Los ingenieros del software, siempre pragmáticos, fueron pronto conscientes de su error y reutilizaron el código para fines menos ambiciosos.
Es por esos que hoy a veces el programita con el que escuchamos música en el trabajo nos recomienda grupos que tal vez nos puedan gustar, basados en los que ya escuchamos.
Yo creo que el sistema actual funciona tan mal como el de antaño, pero supongo que en este nuevo ámbito los errores de compatibilidad se pagan un poco menos caros.

10 julio 2009

Invasión

Después de un par de años en que parecía dormida la Música se ha despertado y ha comenzado a inundarlo todo, atacando por todos los frentes al mismo tiempo.
Las secuencias de bocinas de los atascos me esbozan estribillos. Los motores de los camiones de basura y el zumbido nocturno de mi nevera susurran a dúo ritmos nunca intentados.
Durante unas semanas he intentado contenerlo y probar con la rutina de antes, pero la rutina de antes se ha desintegrado y hace días que al caminar piso los trozos de su cascarón resquebrajado. Me descubrí difrutando del ruido de los fragmentos al romperse bajo mis piés.
Cuando pensaba que mi problema no tenía solución y tendría que exiliarme a algún sitio donde no pudiera molestar o no tuviera que disimularlo, decidí darme por vencido y aceptar la invasión.
Desde entonces todo ha ido mucho, mucho mejor.

07 julio 2009

Dictaduda

Aunque las generalizaciones de género me suelen impacientar, últimamente noto que muchos hombres de mi quinta vivimos en una dictaduda. Sometidos al yugo totalitario de un puñado de quizases, lo mismo escapamos del cálido lecho conyugal para conseguir capturar por primera vez a un unicornio vivo, que cerramos a cal y canto las habitaciones más luminosas de nuestra casa por miedo a que el sol termine estropeando la pintura de las paredes y nos toque repintar.
Tal vez sea la edad, el calor, o el exceso de azúcar en la dieta. No tengo ni idea, esta vez no es una de esas en las que aparento tener respuestas.
Lo único que espero que noten es que me incluyo humildemente en el grupo.
Tampoco es de extrañar: llegados a este punto, un servidor ve la paja en el ojo ajeno, la viga en el propio y hasta esquiva con reflejos felinos excrementos de estornino cuando camina por las mañanas adormilado hacia el trabajo.