30 abril 2004

Inventario vital

- Unas deportivas grises sucias y un poco rotas.

- Tres cepillos de dientes, provinientes de distinos lugares. Cada uno con su historia.

- Alguna pelusa por el suelo del salón y muy pocas ganas de limpiar la casa.

- Algo de dinero.

- Unos vaqueros.

- Tres púas de guitarra.

- Una libretita para apuntar lo que se me ocurra.



He metido algunas de estas cosas en una mochila.

Cambio de aires. Vámonos a Barna.

29 abril 2004

Pienso mejorar

Pulir todos y cada uno de mis defectos.

Hasta ser perfecto.

Hasta no reconocerme en el espejo.

Hasta caerme mal.

Desequilibrio

Necesito trastos para llenar los altillos del armario.

Quizás me compre unos patines.

28 abril 2004

Do it yourself

El juego de caderas necesario para darse uno mismo una patada en el trasero sólo se adquiere con años de práctica.

Es posible que en los primeros noventa y tres intentos lo único que consigamos sea dar la patada al aire y caernos de culo de forma bastante ridícula.

Tampoco está mal: a los hambrientos de patada en el trasero la humillación nos resulta un buen sucedáneo.

27 abril 2004

Cosas raras

Un dia te vas a dormir y sueñas con un gato negro gigante al que no paras de perseguir para jugar con él. Y nunca lo alcanzas, pero siempre te espera para que estés a punto de tocarlo, y asi poder escabullirse de nuevo.



A la mañana siguiente te levantas con el pelo erizado de una forma completamente absurda y moderna.

Y te vas camino del trabajo levantando miradas de admiración entre los que se cruzan contigo, escuchando música a todo volumen con auriculares, y sabiendote un impostor porque no ha sido cosa del "Out of Bed" de Loreal. El tuyo es genuino e irrepetible.

Y cuando caminas por el pasaje subterráneo donde siempre está el flautista indigente, notas que toca la melodía de lo que tú estás escuchando, superpuesta, como si la oyera de tus oidos.

Y a tu cara de pasmo, él responde con una mirada indiferente, sin dejar de tocar.



Y lo dejas atrás, y sales del pasaje. Y se acaba la canción y empieza otra. Y viene una racha de viento y te deja el pelo como siempre. Y te metes en el tren intentando recordar en qué has soñado esa noche. Pero nada, no hay manera.

26 abril 2004

Microescribiendo

Fumaba con prisa en el servicio de señoritas del colegio de las Teresianas. Y a cada calada con los labios apretados, una bocanada impaciente y liberadora. Su pequeña venganza a las miles de pequeñas decepciones sufridas en los años de internado. Podría levantarse de la taza e irse con las otras, a despedirse. A cumplir con el consabido rito del intercambio de direcciones.

Tu tía, pensó. Este cigarro me lo acabo yo aquí mismo. Después lo apagó con saña, con la suela de las merceditas. Las mismas que pensaba entregar a su perro para que les hiciese tal destrozo que ni el más osado zapatero aceptase el encargo de remendarlas.

Se fue sin esconder la colilla. Terminó una época. Se acabó el ocultar las pruebas.




El viernes presenté este texto titulado "Merceditas" al peculiar concurso de microrelatos convocado por elmundo.es. Tenias 2 horas para escribirlo como máximo, un límite de 125 palabras y una de ellas tenía que ser "zapatero".



Por supuesto, no gané :)

Aquí, los ganadores.

Cronicas sónicas

Llegamos extrañamente puntuales a la prueba de sonido. El equipo era francamente mejor de lo que esperaba. 6000 watios, micros buenos, monitores para todo el mundo. Un técnico a la mesa de amplificación para el público y otro junto al escenario para los niveles de nuestros monitores. Eran superatentos con nosotros y no paraban de decirnos que pidieramos lo que quisieramos. Vamos.. un lujito.

Tuvimos que esperar unas 3 horas para hacer la prueba, ya que , al abrir nosotros cartel, teniamos que probar los últimos.

Frente al escenario (en la plaza del pueblo) habia una iglesia donde se celebraba una boda. Fue bastante surrealista tener que interrumpir las pruebas de sonido porque salía la comisiva. Por cierto, viendo a la gente salir, uno llega a la conclusión de que una boda es la ocasión en la que es legítimo (e incluso obligado) vestir de un hortera exquisito. Y no digo esto desde mi aversión patológica a las corbatas... hay formas y formas de vestirse elegante... en fin.

Los grupos que compartiamos cartel eramos bastante heterogeneos. Nosotros aportabamos power pop guitarrero y melódico, posteriormente tocaba una multitudinaria banda de chavalines que tocaban punkrock reivindicativo que resultaron ser supersimpáticos. Cerraban cartel (en plan estrellitas) un grupo veterano de rock and roll de treintañeros que se movía dentro de unas coordenadas musicales bastante más previsibles que nosotros. Apenas hablaron con nosotros.



Cualquiera que haya subido a un escenario sabe que la percepción de las cosas siempre es distinta desde arriba que desde abajo. En mi opinión metimos la gamba bastantes veces. En general el concierto fue un poco acelerado, y algunos de nosotros olvidamos detalles. Al tocar más rápido, yo creo que se perdieron matices. Olvidé configurar el multiefectos en una canción, dandome cuenta 3 segundos antes de activarlo... así que prescindí de él en el solo. Tambien me olvidé de las letras en un par de coros (eso sí es para matarme). Resolví la papeleta mirando de reojo al cantante para ver cómo empezaba las frases



Otra cosa fue cuando bajamos. La gente nos felicitó, los otros grupos nos dijeron que había sonado francamente bien. La gente que había venido a vernos dijo estar muy sorprendida (agradablemente) con las canciones. Uno de los técnicos (que también toca en un grupo) nos pidió el teléfono porque les gustaría tocar con nosotros...

En fin... ni idea. Lo importante es que ya nos hemos quitado de encima la presión del primer concierto. Ahora solo queda aprender de los errores y mejorar.



Lo bueno de tocar los primeros es que luego puedes pasarte el resto del concierto bebiendo y hablando con los amigos (que es exactamente lo que hicimos)

La organización sólo dispuso en el puesto de bebidas calimotxo y cerveza...así que el menú etílico fue un autentico flashback a mi tierna adolescencia....

23 abril 2004

Magical Misery Tour

Mañana es el concierto.

Nos queda una letra por escribir.

Dos canciones por terminar.

Tenemos un repertorio que dura apenas un 60% del tiempo de concierto que se nos exige.

Hemos ensayado con el nuevo bajista sólo dos semanas.

EL nombre del grupo habrá que cambiarlo tras el concierto porque hemos descubierto que ya hay uno llamado así

El cantante está resfriado y tiene la voz tomada.

El bateria es novato y se está poniendo nervioso por minutos.

Ah, y yo tengo un cortecito en el dedo índice de la mano izquierda, justo en la parte que presiona los acordes.



Aparte de eso... ningún problema.

21 abril 2004

Duelo al Amanecer

Las paredes donde yo vivo son de papel. El viejo gruñon de al lado tambien se despierta a las 7, así que los dos nos levantamos con el sonido del despertador más madrugador.

Como los dos somos de naturaleza competitiva, hemos ido mejorando nuestro equipo para conseguir un sonido más estridente y molesto que eclipse al del contrincante.

Un alarido que te saque de la cama de un brinco completamente desorientado, y a ser posible, de mal humor.

El viejo usaba inicialmente un despertador digital de sutil pitido con el que nada tenía que hacer, pero hace poco adquirió una autentica máquina infernal: un viejo despertador que reproduce el sonido de un cuco (bastante distorsionado y a un volumen infame). Sospecho que debe haber sido fabricado en Alemania Oriental hace unos 30 años, y dudo que cumpla las normativas europeas de salubridad acústica.

Yo por mi parte sigo recurriendo a un clásico, mi viejo radiodespertador Grundig de los años 80 con digitos LED rojos. Con unas ligeras modificaciones (y sintonizando los 40 Principales con el dial un poco desajustado para que haga mas ruido) es capaz de provocar alaridos en los perros del barrio en tres kilómetros a la redonda.



Mañana es el duelo definitivo, al amanecer. Reza lo que sepas, bellaco.

20 abril 2004

Desagües

Una mañana borrosa te miras al espejo con todos tus problemas en la cabeza y el pelo despeinado de una manera surrealista.

Comienzas a lavarte los dientes y de pronto, como un martillo divino, la solución a tus desvelos se te aparece, simple y plana. Estuvo allí todo el tiempo, piensas feliz, mientras te enjuagas y escupes la espuma.

Pero cuando abres el grifo para limpiar la pila, todo se deshace en espirales y se pierde por el desagüe.

Y la espuma tambien.

Y cuando te vuelves a mirar al espejo te encuentras igual que estabas, sólo que con un sabor de boca un poco mejor.

El buen sabor de boca se va pronto.

La cara de tonto se te queda todo el día.

19 abril 2004

Alucinado

Alucinado me he quedado al descubrir que si tecleas "sabe" en Google mi blog aparece en segundo lugar de los resultados.

El honor del primer puesto lo ocupa el prestigioso organismo SABE (especializado en el analisis comportamental de la economía), del cual, por cierto, pablonosabe nada de nada.

Asi que en principio no tengo proyectados arrebatarles el puesto, pueden dormir ustedes tranquilos, señores economistas.

Me voy a tomar el sol, a ver si me acuerdo de cómo se hacía.

18 abril 2004

El chantaje de una piedra

Harto de tropezar una y otra vez con la misma piedra, un día la cogí y la metí en un frasco.

Durante un tiempo todo fue bien, pero ahora amenaza con hacer huelga de hambre hasta que no la libere, y me monta sentadas y piquetes silenciosos en la despensa. Y tiene revolucionadísimos al tarro de café y a los sobres de poleo-menta.

Y lo peor es que el truco le funciona, maldita terrrorista emocional.

16 abril 2004

"Un buen dia" (pab featuring Los Planetas)

Hoy me he despertado media hora tarde porque el despertador no ha sonado. Los primeros pasos me han provocado puntadas en la cabeza, anunciado una ligera resaca. He ido al tren saltandome el desayuno para no perderlo. De camino me he empapado considerablemente Una vez dentro, no habia donde sentarse. A mitad de trayecto ha estado una hora parado por avería, y he llegado tarde al trabajo.

...



Y todavía son las 10:30... a esa hora, en la canción, J todavía no había salido de la cama...

15 abril 2004

Finales Timun Mas

El 89% de los niños (y niñas) de mi generación han tenido esos libros rojos de Elige tu propia aventura, editados por Timun Mas. Siempre me fascinó ese nombre "timún-más timún-más". Me sonaba a conjuro de brujería.



Esos libros de género fantistico no se leían como un libro normal. Tarde o temprano se te presentaban decisiones, y en función de la que tomaras, debías ir a una página o otra.

Apenas habían uno o dos finales buenos. Quizás el autor incluía algún final de "ni fú ni fá" si el libro era grueso.

El resto, (salvo versiones edulcoradas para parvulitos) eran finales funestos: fusilamientos, muertes por inanición dentro de una cueva, quizás ser el menú de alguna fiera o acabar desintegrado en un planetucho de chicha y nabo a millones de años luz de la tierra.

Esas páginas eran mi definición personal del fracaso en mis años de cole, siempre acabadas con la temible coletilla en negrita de



Fin.




Su visión, al primer golpe de vista, mandaba ya un claro mensaje: la has cagado. Leer el texto era un ejercicio de masoquismo, porque solía ser una detallada descripción de la desgracia de tu personaje y sus amiguitos.



Yo tenía aun amigo del cole llamado Matías obsesionado con esos libros: tenía decenas, eran su regalo favorito por tener buenas notas. Cuando suspendía algo, lloraba de la rabia ante la perspectiva de no poder ampliar su inmensa colección.

A mí, mis padres nunca me premiaron por tener buenas notas (eso quizás ayuda a explicar mis siguiente 15 años de vida)

Bueno, eso es una conjetura, porque como nunca saqué buenas notas, no les di la oportunidad de regalarme nada. Qué fallo.



El 98.4% de los niños (y niñas) actuales prefieren jugar a las consolas. A fin de cuentas un juego de ordenador te permite tomar cientos de decisiones por segundo y además te ahorra tener que imaginarte el final funesto, representando tu muerte en gráficos polignales texturizados a 28 pulgadas con 32 bits de profundidad de color, a 90 fotogramas por segundo y en sonido envolvente 5.1



El 68.4% de los niños (y niñas) que leían esos libros hacían trampas. Yo también , por supuesto.

Si te ibas a la página 46 ("Si decides intentar saltar al otro tejado, pasa la página 46") y veías fugazmente un Fin, instantáneamente recordabas que realmente querías ir a la 68 ("Si te escondes tras la caseta de la azotea, pasa a la página 68"). No era tan grave... a fin de cuentas, nadie se enteraba. Era instinto de supervivencia puro y duro.



Hoy en dia a veces deseo retroceder a la página de antes pero en la vida real eso aún no se ha inventado. Tambien en ocasiones pienso en los finales de "Elige tu propia aventura". O te pasaba algo rematadamente malo (generalmente morirte, a veces incluso peor), o tenias un final apoteósicamente feliz.

Pero nunca acababa en "... tras eso te hicieron indefinido en el curro y el banco te concedió la hipoteca a 40 años para pagar el cuchitril que te ofecía la inmobiliaria y empezaste a ahorrar para casarte con la Juani. Fin."



Eso me hace pensar que los finales Timun Mas no existen en la vida real. O eso, o que todavia no he encontrado la página buena. Ni nadie que yo conozca.



Fin.

14 abril 2004

Larousse

Fecha de Nacimiento: ...

Breve descripción del entorno en nu niñez: ...

Titulación académica: ...

Fecha de Defunción: ...

Motivo de la defunción: ...



Deprimente: Resulta que, desde un enfoque puramente enciclopédico, vivir consiste en rellenar lineas de puntos.

13 abril 2004

Humor decididamente optimista

Aquella mañana me levanté de un humor decididamente optimista.

Aunque era pronto había un sol radiante que te calentaba por dentro aunque las mañanas aún eran frías. El aire olía a limpio y a tierra mojada.

Sálí a la calle sintiendome animado y extrañamente ligero. Mi amago de gripe no daba señales de vida y mis pies se movían con una facilidad pasmosa.

De camino al trabajo, subí el bordillo de la acera dando un pequeño brinco, pero perdí pie inesperadamente y me encontré dando una voltereta a cámara lenta sobre la acera. Me descubrí flotando cabeza abajo a metro y medio por encima del pavimento. En mis intentos por alcanzar una papelera a la que asirme, estuve a punto de chocar con un hombre mayor que caminaba ensimismado leyendo el periodico y que nisiquiera advirtió mi presencia.

Una suave ráfaga de aire me empujó hacia la copa de una encina y tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no quedarme trabado en ella.

Desgraciadamente, mi afán por esquivar el arbol me impulsó un poco más hacia arriba, y pronto me vi rodando hacia arriba por la fachada de un feo e impersonal edificio de oficinas acristalado.

Andaba ya por el piso ocho o nueve cuando me topé con la mirada reprobatoria de una empleada del servicio limpieza del edificio, que limpiaba la parte interior de los cristales. La velocidad de mi ascenso no me permitía detenerme y disculparme por las pisadas y huellas de manos que estaba dejando en mi incontrolada levitación, así que sólo pude ponerle cara de circunstancias y encoger los hombros.

"Esto se acaba", pensé, viendo como me aproximaba a la azotea del edificio. En un último esfuerzo me agarré con una mano a una barandilla de aluminio en instalada en la cornisa de la terraza, pero estaba húmeda por el rocío y mis dedos resbalaron.

Resignado, me subí la cremallera de la chaqueta, a la espera de nuevos acontecimientos.



De eso hace ya tres días. Actualmente floto a unos tres mil quinientos metros y, mecido por vientos de poniente, floto en dirección a los Alpes suizos. En ocasiones me cruzo con aviones comerciales y tengo simpáticas conversaciones con el pasaje. También he sido visitado por un helicóptero de la dirección general de tráfico francesa y me topé con el globo aerostático de un excentrico millonario inglés que pretende dar la vuelta al mundo sin escalas. No era mal tipo: me regaló un paquete de pan blanco a cambio de ponerle un parche en una fuga de gas.

10 abril 2004

Raro, estrábico y patidifuso

El Hombre que Siempre Bizquea en las Fotografías tuvo una juventud desdichada.

Ignoraba la razón por la cual sus ojos siempre eran cazados a medio camino en el breve instante del parpadeo. El porqué de esa reincidente manía de sus ojos en lucirse semidesnudos en el mortecino esplendor del flash.

Invirtió grandes cantidades de tiempo y de dinero en la compra de equipo fotográfico que le permitiera identificar su mal y buscarle un remedio.

Grandes angulares, teleobjetivos, filtros de color, ojos de pez... ninguno de estos artilugios evitaban esa mirada mezcla de besugo recien pescado y alcohólico impenitente al borde del coma etílico.

Un día, harto y furioso, tiró toda la frustrante colección de retratos experimentales al contenedor, rindiendose a la imposibilidad de aparecer favorecido en una fotografía, y jurandose huir de objetivos y lentes de por vida.

Los retratos duraron apenas 2 horas en el contenedor. Fueron rescatados por un prestigioso galerista que vió en esta interminable secuencia de bizqueos a gran formato una nueva forma de expresión artística.

El Hombre que Siempre Bizquea en las Fotografías vivió el tiempo suficiente como para ser testigo de cómo el mundo de la moda instauraba el bizqueo como el nuevo canon estético en la mirada masculina. Una belleza rara, estrábica y patidifusa.

08 abril 2004

Fraude

Hoy soy un fraude.

Y tú también.

07 abril 2004

Alergia

Me supongo más simple que el mecanismo de un botijo, pero a veces me sorprendo y me doy algún susto.

Un hipo en mal momento y mal lugar, o quizás el más inapropiado e inútil de los insomnios. O que mi voz me suene rara y mis palabras ajenas.

Aun así, me aguanto las ganas de presumir de rarito. Lo mio ha de estar en algún libro de medicina.

Debe ser el cambio de estación, que me trae mi vieja alergia. Alergia a mí mismo.

06 abril 2004

Más balas

Tengo tan mala punteria que no tengo más que apuntar a cualquier lado para darte en el entrecejo a mil millas de distancia.

Asi que cuidado, bonita, que si te doy la espalda mis tiros por la culata te dejan frita.

Mejor ponte delante, es el sitio más seguro.

Tres dos uno...pam!

02 abril 2004

Balas

Poca gente se pregunta a donde van a parar las balas perdidas que son disparadas al cielo.

Esas balas no se pierden, describen una parábola perfecta y siempre terminan cayendo en algún sitio.

La cuestión es dónde.

Pasé media vida buscando ese lugar, y desde que lo encontré me he pasado la otra media intentando escapar de él.