19 mayo 2004

Cerrado por defunción

Cuando ví anunciado el libro en fascículos de "Conozcase a sí mismo y sea mejor persona" supe que ese libro era lo que yo necesitaba.

Los todos los lunes, cuando a mi viejo kiosquero le llegaba el envío de buena mañana, yo estaba esperando junto a él, aterido de frío pero expectante, para añadir un tomo más a mi colección e introducir las fichas en los hermosos carpesanos color púrpura que de cuando en cuando adjuntaban.



Aún recuerdo la emoción contenida, el disfrute anticipado, cuando esperaba a subir a casa para rasgar el celofán del envoltorio y lazarme a leerlo de un tirón.

Empaparme de sesudo autoanálisis introspectivo. Alumbrar zonas oscuras de mi propio ser, amueblar mi interior a mi gusto. Descubrir verdades que una vez asumidas cuesta imaginarse el haber vivido sin conocerlas. En resumen: ser mejor persona.



Ese invierno, a mitad de colección (a falta de 2 fascículos y el glosario de términos), mi kiosquero falleció, y su señora traspasó el negocio, que ahora es un minúsculo consultorio telefónico.

Aún recuerdo mi frustración el día que me recibió la persiana cerrada y la escueta nota manuscrita pegada con esparadrapo en la pared.



La señorita de la editorial no entiende mi preocupación.

Edición agotada. Pruebe en alguna librería, o en el mercado del coleccionista. Le deseo suerte, se imprimieron muy pocas colecciones. No vendían. A la gente le llaman más la atención las colecciones de cascos militares en miniatura, o las muñequitas de porcelana. ¿No le interesaría a usted u...

Supongo que tampoco entiende que haya colgado.

No me servía. No me ayudaba.

No entiende que tengo un hueco. Que no estoy completo.

Que necesito esos dos fascículos. Y el glosario.

No quiero sorprenderme, no quiero descubrirme. Me aterran las sorpresas frente al espejo, son como encontrar un cabello pegado a la pastilla de jabón.

Necesito conocerme, de cabo a rabo. Ya.

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