26 abril 2004
Microescribiendo
Fumaba con prisa en el servicio de señoritas del colegio de las Teresianas. Y a cada calada con los labios apretados, una bocanada impaciente y liberadora. Su pequeña venganza a las miles de pequeñas decepciones sufridas en los años de internado. Podría levantarse de la taza e irse con las otras, a despedirse. A cumplir con el consabido rito del intercambio de direcciones.
Tu tía, pensó. Este cigarro me lo acabo yo aquí mismo. Después lo apagó con saña, con la suela de las merceditas. Las mismas que pensaba entregar a su perro para que les hiciese tal destrozo que ni el más osado zapatero aceptase el encargo de remendarlas.
Se fue sin esconder la colilla. Terminó una época. Se acabó el ocultar las pruebas.
El viernes presenté este texto titulado "Merceditas" al peculiar concurso de microrelatos convocado por elmundo.es. Tenias 2 horas para escribirlo como máximo, un límite de 125 palabras y una de ellas tenía que ser "zapatero".
Por supuesto, no gané :)
Aquí, los ganadores.
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