26 abril 2004

Cronicas sónicas

Llegamos extrañamente puntuales a la prueba de sonido. El equipo era francamente mejor de lo que esperaba. 6000 watios, micros buenos, monitores para todo el mundo. Un técnico a la mesa de amplificación para el público y otro junto al escenario para los niveles de nuestros monitores. Eran superatentos con nosotros y no paraban de decirnos que pidieramos lo que quisieramos. Vamos.. un lujito.

Tuvimos que esperar unas 3 horas para hacer la prueba, ya que , al abrir nosotros cartel, teniamos que probar los últimos.

Frente al escenario (en la plaza del pueblo) habia una iglesia donde se celebraba una boda. Fue bastante surrealista tener que interrumpir las pruebas de sonido porque salía la comisiva. Por cierto, viendo a la gente salir, uno llega a la conclusión de que una boda es la ocasión en la que es legítimo (e incluso obligado) vestir de un hortera exquisito. Y no digo esto desde mi aversión patológica a las corbatas... hay formas y formas de vestirse elegante... en fin.

Los grupos que compartiamos cartel eramos bastante heterogeneos. Nosotros aportabamos power pop guitarrero y melódico, posteriormente tocaba una multitudinaria banda de chavalines que tocaban punkrock reivindicativo que resultaron ser supersimpáticos. Cerraban cartel (en plan estrellitas) un grupo veterano de rock and roll de treintañeros que se movía dentro de unas coordenadas musicales bastante más previsibles que nosotros. Apenas hablaron con nosotros.



Cualquiera que haya subido a un escenario sabe que la percepción de las cosas siempre es distinta desde arriba que desde abajo. En mi opinión metimos la gamba bastantes veces. En general el concierto fue un poco acelerado, y algunos de nosotros olvidamos detalles. Al tocar más rápido, yo creo que se perdieron matices. Olvidé configurar el multiefectos en una canción, dandome cuenta 3 segundos antes de activarlo... así que prescindí de él en el solo. Tambien me olvidé de las letras en un par de coros (eso sí es para matarme). Resolví la papeleta mirando de reojo al cantante para ver cómo empezaba las frases



Otra cosa fue cuando bajamos. La gente nos felicitó, los otros grupos nos dijeron que había sonado francamente bien. La gente que había venido a vernos dijo estar muy sorprendida (agradablemente) con las canciones. Uno de los técnicos (que también toca en un grupo) nos pidió el teléfono porque les gustaría tocar con nosotros...

En fin... ni idea. Lo importante es que ya nos hemos quitado de encima la presión del primer concierto. Ahora solo queda aprender de los errores y mejorar.



Lo bueno de tocar los primeros es que luego puedes pasarte el resto del concierto bebiendo y hablando con los amigos (que es exactamente lo que hicimos)

La organización sólo dispuso en el puesto de bebidas calimotxo y cerveza...así que el menú etílico fue un autentico flashback a mi tierna adolescencia....

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