16 julio 2004
Pequeña fuga
En ocasiones explicar los procesos mentales de un servidor es un poco difícil.
A veces, justificar las consecuencias derivadas de ellos ya entra en el terreno de lo imposible.
Ayer perdí mi coche.
La frase no es correcta del todo porque el coche siempre nunca se movió de donde lo había dejado. Pero yo olvidé donde estaba. Tampoco pasó necesariamente ayer, porque llevaba días sin usarlo. Pero ayer fui consciente de que no recordaba donde lo aparqué por última vez.
Los sitios de costumbre están ocupados por otros coches. En el retén de la grúa no lo tienen registrado. Vaya, eso si que es insólito: normalmente pasa allí mas tiempo que en la calle.
Finalmente aparece, tras peinar todo el barrio. Obviamente no lo robaron (mi coche sólo podría ser el objeto de deseo de un anticuario).
No sé porqué me pasan estas cosas. Tal vez esté pagando las cosecuencias neuronales de mis excesos nocturnos del pasado. Tal vez mi cabeza tenga una pequeña fuga por donde gotean fechas, detalles, compromisos y recuerdos.
Yo seguiré justificando el incidente culpando a los fabricantes de coches : los hacen tan parecidos los unos a los otros que al final resulta muy fácil olvidarse de ellos.
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