01 julio 2004

Causa perdida

Despues de años de dedicación has conseguido que tu familia te considere una causa perdida.
Tus sufridos padres te entienden, o más bien te conocen. También algunos pocos familiares, cercanos de verdad. Pero la familia distante se ha cansado de hacer cábalas intentando encuadrarte en una categoría.
Se desesperan viendo como caducan sus quinielas matrimoniales y se hacen añicos los clichés que driblas con destreza de fichaje galáctico.

Sólo con gran determinación y con un contínuo trabajo de desmarcaje y ausencia sistemática consigues que se cansen de incluirte inutilmente en las baterías de preguntas incómodas sobre status social, proyectos laborales, planes hipotecarios, adquisiciones automovilísticas, alardes de tecnología fotografico-digital y demás temas al uso.
Temas que de tan sobados mueren de inanición sobre el hortera mantel color salmón del agobiante salón de bodas. Entre la copa de helado medio derretida y el cenicero repleto de colillas.

Porque no sabes de futbol. No entienden muy bien como te ganas la vida. Ni nunca les has presentado una novia. Ni entras en el debate sobre cual es el mejor TDI por veinte mil euros.
No les incomodas, no les molestas.
Tan sólo no saben que hacer contigo.
Tú te estás acostumbrando y hasta empiezas a cogerle el gustillo.
Pero te sabe mal por ellos.

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