01 febrero 2008

Demanda

Se me ocurre que algún valiente debería animarse a demandar a la vida por publicidad engañosa.
Si ganase el juicio, el veredicto sentaría un precedente legal en el cual se apoyarían cientos, miles, millones de demandas más. Se crearían inmensos grupos de damnificados, nutridos por gente que en uno u otro momento de sus vidas había suspirado por algo más que una eterna espera en la caja del carrefour .
Se estimarían indemnizaciones billonarias, abogados y bufetes oportunistas harían su agosto, amparados en la inapelable certeza de que nuestras vidas en muchas ocasiones no se parecen a lo que figuraba en el folleto.

Se me ocurre que finalmente la vida, acorralada, se declararía insolvente y tendría que pasarse la eternidad haciendo trabajos sociales a la comunidad.
Y que probablemente las costas del juicio terminarían siendo abonadas por el silencioso colectivo de personas que nunca se esperaron más de lo que tenían.
Y se me ocurre que, siendo como son, tampoco se quejarían.

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