29 noviembre 2004
Compensa o no compensa
Que la música está mal es algo que ya no le sorprende a nadie escuchar.
Pero no ya desde el enfoque discográfico-corporativo tan cacareado por la SGAE y resto de protomafias discográficas, que intentan colarnos discos a 18 euros mientras claman al cielo que "la música se muere".
Me da en la nariz que la música va a seguir viva, por mucho que saquen a millonarios residentes en Miami como Alejandro Sanz con cara de perrito abandonado en la cuneta.
La música seguirá viva mientras alguien tenga una melodía en la cabeza y le apetezca tocarla en público movido por el simple interés de ser escuchado.
Mi preocupación viene por ahí. Desde la óptica del músico aficionado, desinteresado (y económicamente kamikaze a largo plazo).
El músico que (como yo) toca gratis. En mi ciudad ya quedan pocas salas en las que se pueda tocar sin tener que pagar por ello.
La perspectiva de poder cobrar un dinero por dar un concierto es algo que comienza a estar más en el terreno de la utopía que del improbable.
Aún así, perdemos decenas de tardes de ensayo y una noche cargando con amplificadores de aquí para allá por estricto amor al arte (nunca mejor dicho).
Y llegado a un punto, cuando las cosas están saliendo bien allí arriba y estás disfrutando, llegas a pensar que compensa.
Entonces alguien te pide que acerques a mitad de concierto. Qué ocurre... pareja de municipales en la puerta... límite de decibelios... no podemos arriesgarnos a una sanción...lo siento, teneis que dejarlo ya mismo.
Yo ya no sé si compensa o no compensa.
Ni siquiera sé que cara poner en estos casos.
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