22 octubre 2004

Destructora

La considerabamos un capricho innecesario cuando llegó, pero ahora nos hemos enamorado de ella.
Y la usamos con cualquier excusa.

Estamos enganchados al sonido de la destructora de documentos.
Al sencillo espectáculo de una hoja llena de texto transformada en detrito por arte de magia
Al sinuoso baile de las cintas de papel posandose en el fondo de la cubeta. Palabras seccionadas que ya nunca volverán a juntarse.
Algún día, con tiempo y pegamento de barra, reordenaré las cintas y crearé poemas extraños con ellas.

Es más fácil destruir que crear. Y supongo que en ocasiones también es más divertido.

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