27 noviembre 2012
Lemmini
Con los años refino mi colección de costumbres potencialmente autodestructivas: esta noche he disfrutado preocupantemente de un breve paseo nocturno en moto por la ciudad, bajo la lluvia.
Hacía frio, y un halo de gotas en aparente suspensión resplandecía en torno a la luz de las farolas. Las calles estaban desiertas. Circulaba por el centro exacto de la calzada. El asfalto mojado estaba inusualmente negro y limpio, como de ciudad nueva. Centenares de gotas microscópicas aparecían de la nada iluminadas por el faro, y brevemente visibles, avanzaban hacia mí trazando un trozo de espiral antes de precipitarse contra la visera del casco.
18 noviembre 2012
26 agosto 2012
Los septiembres
Soy en general rehacio a los septiembres. Hay algo en las vueltas reencuentros y rearranques que me enferma. Me quedo con la urbe solitaria y sobredimensionada. Con las calles desiertas. Con el vacío de los aparcamientos. Con esa sensación de espera. No es que no quiera que todos vuelvan. Pero cuando lo hagan yo quiero estar lejos, es sólo eso.
11 julio 2012
Deberíamos ser artistas
Y lo digo en general porque el consejo vale para cualquiera.
Ahora que parece que el cielo se cae sobre nuestras cabezas y que valemos menos de lo que pensábamos. Ahora que somos culpables de haber existido. Ahora que todos los dias comprobamos que tanto hormigas como cigarras arden en el incendio.
No hablo de lentejuelas ni de aplausos, hablo sólo de hacer algo. Algo que nos conmueva y nos quite el sueño. Algo que no sea lógico ni aconsejado. Algo que nos robe las horas y que no de dinero, y que aun así nos importe un carajo.
Deberíamos poder soltar un rato esa íntima mochila de mierdas que todos cargamos y, aupados en ella, mirar hacia arriba y recrearnos en el sencillo placer de crear algo.
31 mayo 2012
Al final no era lo mismo en chino crisis y oportunidad
Una leve fobia al vacío nos aguarda cuando el pasillo al tenemos los pies acostumbrados se transforma en cielo abierto, cuesta vencer el vértigo e improvisar la caligrafía manteniendo rectos los renglones donde ya no están sus guías.
Al final no era lo mismo en chino crisis y oportunidad; fue todo un bulo provocado por un mala traducción y lo ambiguo de los pictogramas.
Los filólogos lo saben desde hace tiempo pero no han querido decirlo hasta ahora porque creo les daba ternura ver lo contentos que nos decíamos la frasecita y vestíamos esa invisible cota de malla trenzada de optimismo e ingenuidad que nos hacía -a nosotros y a los chinos- inmunes a las balas de la desgracia.
El caso es que los chinos también lo pasan mal cuando las cartas vienen mal dadas. Han perdido en el proceso su aura de mística perseverancia y han ganado unos gramos de la humanidad más imperfecta y verdadera.
Las crisis no son un gusto para nadie a no ser que ocurran en un establo y de todos tú seas el animal con los dientes más afilados. Si te toca estar del otro lado, no vale la pena buscar el libro de reclamaciones ni preguntar el procedimiento de evacuación: no hay remedio mágico, no hay ningún plan que sea eterno y los mapas que seguíamos hace tiempo que quedaron obsoletos.
Hay que descalzarse para notar el suelo. Será cuestión de observar y de improvisar.
21 mayo 2012
El ejercicio de la ausencia
La medida y el alcance de tu espacio en el planeta se mide por lo hondo del hueco que les queda a los demás cuando no estás. Es una cosa jodida que el sistema de medida requiera del ejercicio de la ausencia, es como romper una botella para saber cuanta agua lleva. Y no deja de ser una ironía que las respuestas con el resultado se envíen a todos los demás pero tú nunca seas el destinatario. Echar de menos no es malo, lo malo es sentirlo y no contarlo.
En eso creo que el universo castiga a los callados.
15 mayo 2012
Ola seca
Estoy de nuevo despierto, consciente y sometido a todo tipo de sensaciones. Pendiente de todo, y de nada realmente.
Esclavizado por la misma lógica natural que dicta que las ardillas sin la cabeza suficiente para recordar donde están las mejores bellotas poseerán por necesidad un olfato privilegiado e hipersensible. O se extinguirán.
La madre naturaleza habría acabado hace tiempo con los seres desmemoriados si no le despertásemos, sospecho, cierta simpatía. Así que sabiéndome perdonado por el espíritu de la Tierra, y en plena posesión del condenado don compensatorio de notarlo todo y no parar de darle vueltas a lo divino y lo humano, doy una nueva vuelta en la cama.
El roce de la sábana en la nunca se siente en la cabeza como arena, como el sonido de una ola seca.
Por la ventana llega amortiguado el mantra nocturno y urbano de tráfico distante y grillo de farola.
Un perro ladra a lo lejos...
30 abril 2012
Nación de durmientes afines
Empiezo a pensar que la insistencia de mi organismo por rendirse al sueño tres horas más tarde que el resto del vecindario ha de responder a un deseo primario, un instinto reptiliano y ancestral como el que impulsa los ciclos migratorios o los periodos de hibernación.
No es que me moleste demasiado velar el sueño del barrio ni escuchar el traqueteo de la lluvia en sus tejados, pero es evidente que como buen urbanita aburguesado que soy no estoy interpretando las pistas que mi cuerpo somatiza.
Así que velo los tejados y el sueño de sus propietarios e hipotetizo. Mi hipótesis es que los ciclos de mi sueño están donde tienen que estar y soy yo el que sufre este desfase al no estar en el lugar del mundo adecuado en el que serían totalmente normales.
No puedo saber la latitud de esa nación de durmientes afines pero sí la hora por la que se rigen. Busco un mapa de usos horarios para ver que tengo tres horas a la izquierda y evaluar mis posibles destinos. En la franja escogida por mi cuerpo hay casquetes polares, mucho océano, y también está Brasil.
24 abril 2012
Arder bien
A veces me cuesta tanto ser yo, y es tan raro el punto de equilibrio donde creo que lo consigo, que basta el mínimo crujido para que mi conciencia se sobresalte y haga zapping resbalando con desgana por ese extenso e innecesario catálogo de estados carenciales que tan bien conozco y tanto me aburren. En ese punto me escabullo y me alejo a gatas antes de regalarle a la programación otro segundo de mi tiempo en este mundo.
Son tantas y tan finas las máscaras cotidianas que es demasiado sencillo meterse en la cama sin percatarse de que alguna aún la llevamos en la cara. Si el suceso se repite puede hacerse irreversible. Hay que decapar y prescindir del lacado. Hay que revelar el nudo y el poro de la madera.
Hay que ser más. Hay que hacerse al hueso de uno mismo. Hay que reir y hay que morder.
Y si extinguirse es inevitable, antes hay que arder bien.
23 marzo 2012
Genealogía encontrada
Todos tenemos varias familias. De todas ellas sólo hay una que no escogemos.
El resto de nuestras familias pueden ser incidentales, hasta de contingencia, pero son siempre consecuencia de alguna pequeña elección. Elegimos primos y hermanos desde que escogemos el pupitre en el que nos sentamos en el parvulario. Lo hacemos también cuando vibramos con la misma canción que mucha otra gente en un concierto. Cuando leemos según qué libros o cuando nos perdemos en según que pueblos.
Lo bueno de la genealogía encontrada es que puedes sentir algo en común con alguien a quien en teoría no tienes nada que ver, y eso rara vez es malo.
No querría de todos modos que esto acabara como una oda al desarraigo. A fin de cuentas la familia encontrada puede decirte quién eres, pero la de sangre siempre te recuerda de donde vienes.
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Dedico esto a una valiente prima hermana recién encontrada que hace poco se me acercó y tras presentarse me echó una tierna reprimenda por tener esto del blog un poco abandonado animándome a escribir más. Gracias, M.
17 febrero 2012
Mal por los delfines
Y se acaba la película y los malos van venciendo, dice la letra de los Planetas. Me da la sensación de que los malos llevan ganando ya demasiado tiempo. El número de victorias de ambos bandos está igualado, pero mientras los malos graban sus victorias en placas doradas, los de los buenos son triunfos diminutos y efímeros, de piel para adentro. Sobremesas al sol, martinis en el tejado. Una guitarra bien afinada, o risas intentando subir por la escalera un pesado calentador de agua.
A veces pienso que me enamoro de todo el mundo. Pero a veces no entiendo a la raza humana, y temo que si llego a ver el dia en que un cometa se abalance contra la tierra, mis simpatías por uno u otro bando no estén del todo claras. Tambien es verdad que llegado el caso dará todo igual. Supongo que me sabrá mal por los delfines.
04 febrero 2012
23 enero 2012
Kriptonita
Un meteorito en ocasiones no es más que un trozo de tu propio planeta. Como un cometa que atraviesa fragmentos de la misma estela que deja a su paso.
Conduces de noche por una carretera de las afueras y de repente sin saber porqué entiendes que eres el último artífice de muchos de tus problemas, y un experto en convencerte a ti mismo de que vienen de fuera. Tienes una epifanía y descubres que eres tu propia kriptonita.
19 enero 2012
Inconclusión
A veces pienso que he vivido cien vidas inconclusas. Vidas breves de las que he saltado antes de tiempo como cuando se alejan dos trenes paralelos. ¿Nunca has viajado en un vagón que circula junto a otro en paralelo y que de pronto se aleja?¿Nunca has mantenido la mirada a través de la ventana a alguno de sus pasajeros? El anonimato que da el inexorable alejamiento, la velocidad, y las dos capas de cristal animan mucho esa complicidad.
Así que cuelgas cuadros, abordas proyectos, pegas portazos, viajas, besas, aúllas, trasnochas, susurras, madrugas, resuelves ecuaciones, escribes canciones, te quedas con las ganas, cargas cajas, avistas halcones, echas de menos, riegas plantas y rompes macetas. Haces mucho, tanto que acabas siendo cien personas que apenas se hablan y se te llenan los bolsillos de tantos recuerdos como agujeros.
Lo cual ni es malo ni bueno, no hay orden ni propósito, ni planteamiento ni desenlace. Sólo el viaje.
14 enero 2012
Rematadamente lejos
A veces me gustaría pintar en el aire una linea imaginaria vertical y tan alta que por muy largas que tengas esas uñas no puedas escalarla. Sólo hay tres tipos de personas, las fuentes, las que se dejan flotar y los sumideros. Y de mí no depende decidir si eres de los segundos o los terceros. Te lo dirá el tiempo, y la cantidad de amigos verdaderos que te queden cerca cuando hayas sondado el fondo de tu agujero. No sé cuando llegará ese momento pero es más que probable que para entonces yo esté rematadamente lejos.
Calculla la distancia. Mira al horizonte. Multiplica por trescientos.
05 enero 2012
Chrismenos
La navidad no paró por aquí, aparentemente pasó de largo. Tampoco hubo cambio de año. Sonaron los cuartos y las campanadas y la gente comió las uvas, y se movieron las agujas.
Se actualizaron solos los calendarios digitales, y mientras la gente brindaba con cava y se emborrachaba entraban en vigor nuevas tasas fiscales y los servidores de los bancos actualizaron los tipos de cambio.
Pero el siguiente minuto y los que le siguieron, pese a los abrazos de los seres cercanos y el espectáculo de los nuevos anuncios más caros del año, pareció un poco más de lo mismo.
Como si alguien hubiese hubiese hurtado la sensación de dar carpetazo, borrón y cuenta nueva que siempre ha acompañado a estas fechas y los minutos, nada más llegar, ya parecieran minutos de segunda mano.
La poca gente que lo advirtió al momento procuró no decirlo en voz alta para evitar enfriar la celebración con un comentario inapropiado. Con los días el efecto fue más patente y se confirmaron los temores iniciales: todo apuntaba a que todas esas emociones extraviadas quedaban pospuestas doce meses a la espera de tiempos más propicios.
Se desconocían los detalles de la medida y se ignoraba si los sentires de este año se perderían o si serían devueltos acumulados junto con los correspondientes siguiente año. La sospecha de esto último lanzó a los especuladores bursátiles a invertir en futuros de marisco y reservar miles de entradas de cotillones para la siguientes celebraciones.
02 enero 2012
Lo sencillo
De un tiempo a esta parte he hecho de la renuncia a muchas cosas mi herramienta para buscar lo sencillo y que las pocas cosas que me ocurran sean cosas ciertas.
Necesito urgentemente ver un sentido esencial a las cosas y las personas y tener una respuesta clara ante ellas que ni siquiera tenga que pensar, algo que nazca de un convencimiento interior y asumido . Pero cuanto más me empeño en bucarlo más perdido me encuentro.
Mi cabeza tampoco ayuda, y en noches como esta a veces arranca el motor por cuenta propia y conduce sin nadie al volante alejándome del sitio al que quería llevar mis pensamientos. En otras ocasiones la siento como una casa de huéspedes, alojando ideas de paso que nunca se quedan demasiado tiempo ni dejan rastros visibles de su estancia.
No está exento de ironía eso de que simplificar me esté resultando más complicado de lo que pensaba. Me maravillo de lo poco que le cuesta al universo poner peros y crear complejidad donde antes no había nada.
He tenido que levantar esta presa para darme cuenta de que aunque el un rio con menos agua no tiene necesariamente menos remolinos.