23 enero 2012
Kriptonita
Un meteorito en ocasiones no es más que un trozo de tu propio planeta. Como un cometa que atraviesa fragmentos de la misma estela que deja a su paso.
Conduces de noche por una carretera de las afueras y de repente sin saber porqué entiendes que eres el último artífice de muchos de tus problemas, y un experto en convencerte a ti mismo de que vienen de fuera. Tienes una epifanía y descubres que eres tu propia kriptonita.
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