29 diciembre 2004
Monos Marinos
Los monos marinos se anunciaban hace años en unas revistas de tebeos, en pequeños espacios a pie de página.
Junto a las fotos de otros productos, como las gafas de rayos x y las cámaras espía del tamaño de una cerilla, estaba el cupón recortable con los datos que había que rellenar para encargarlos.
Se pedían y recibían por correo postal.
Se suponía que, al verter el contenido del sobre en un acuario, se formaban espontáneamente diminutos seres homínidos que vivían y socializaban entre ellos, hasta que supongo que se morían de aburrimiento. O tristeza. O tal vez inanición.
Nunca supe qué comían los monos marinos.
Más tarde leí que era un timo común y que lo que enviaban eran larvas desecadas de renacuajo que evidentemente poco hacían, aparte de descender lentamente hasta el lecho de piedrecitas.
Nunca los pedí, no soy del tipo de persona que se atreve a hacer cosas así.
Pero sí soy del tipo de persona que se acuerda de los monos marinos, no sé porqué.
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