26 marzo 2009
Ni el vino
El agua hoy no es sólo el agua, ni el vino es sólo el vino. Todo depende del momento, de las prisas, de la compañía y hasta del cristal de la copa.
Leí hace tiempo que un señor perdió el sentido del olfato por una herida de guerra y no se dió cuenta hasta varios años después. Años en los que supongo que asumió que las cosas ya no olían como antes y sencillamente se acostumbró.
La situación inversa es imposible: no puedes dejar de darte cuenta de que todo está ganando algún matiz distinto cada día, haciéndose más cercano y completo. Y aunque pudieras, es mejor respirar lento y contemplarlo todo, registrando esos cientos de minúsculos descubrimientos mientras esperas que ese leve y apacible estado de continua emergencia tarde mucho tiempo en evaporarse.
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