09 enero 2008

Atrincherado

Yo. Bueno: yo, esta maceta y mi gato.
Y un rectangulo de suelo soleado. Firmo ya por eso, sin dudarlo.
Cada vez me cuesta más procesar lo que me pasa a diario. ¿Que fue del yo clarividente, insolente...repelente? En algún guardamuebles lo tendré embalado criando polvo. Supongo que es como los examenes, que cuanto más estudias más nervioso te pones. Yo en eso probé de todo. De todo menos aprobar, claro está. Pero tuve suspensos impertérritos, aplicados, neuróticos y hasta indolentes. Indolentes al final: no tiene sentido darse por vencido cuando estás empezando.
¿O quizás sí? Tal vez sea en esos momentos en los que tu vientre escoge las direcciones más sencillas e inapropiadas cuando somos más plenamente conscientes de que en este mundo hay gente perseverante pero sin suerte y otra a la que toca tres veces el gordo de Navidad porque compra los billetes para blanquear dinero. Y luego estamos los que preferimos no jugar, porque no tenemos claro que sea peor el delito de no intentarlo.
Aplazo a mañana el recordar de qué quería escribir hoy porque prefiero irme a dormir. Hoy no hay sitio para eso, hoy sólo estoy yo.
Bueno: yo, esta maceta y también mi gato.

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