26 mayo 2005

La parte mala

Hoy me he despertado irradiando una energía invisible que interfiere el normal funcionamiento de las cosas y las personas.
De buena mañana, al pasar frente a un edificio inteligente de oficinas, he averiado el ascensor del ala oeste, dejándolo entre dos pisos.
Sus ocupantes, una administrativa de una empresa de transportes y un chaval que acudía a una entrevista de trabajo han intentado avisar al bedel por el interfono pero éste tampoco funcionaba. Al cabo de unos minutos de espera ociosa se han sentido mutua e irrefrenablemente atraidos. Han acabado haciendose el amor sobre un lecho de documentos administrativos y los restos arrugados de un curriculum vitae que nunca llegará a su destino.
A las 9:24 me he cruzado con un triste representante de una empresa de frigoríficos industriales, dejando su teléfono sin cobertura de forma permanente.
Secretamente feliz de no poder concertar sus citas de la mañana, se ha sentado en la barra de la cervecería Nilo y ha dado cuenta de un glorioso almuerzo compuesto de pincho de tortilla, doble de cerveza y un cortado.
Al llegar a la oficina - y de forma inaudita - me he puesto a trabajar. Cuando llevaba unos cuarenta minutos mi ordenador se ha reiniciado espontáneamente haciendome perder todo el trabajo hecho hasta el momento. Frustrado, he ido a la máquina de café a contarle mis penas y esta me ha saludado lanzandome chorro de capuccino en los pantalones.
En conjunto ha sido una buena mañana. Sólo que alguien tenía que llevarse la parte mala...

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