13 abril 2009
Periferia
Desde hace poco aligero bastante mis equipajes. Rompí la maleta grande una mañana negra, en un alarde involuntario de prisas y estupidez del que no he dejado de alegrarme con el tiempo.
La bolsa, ligera y sin el traqueteo de las ruedas, me ha reconciliado con algunas distancias y con el sonido de mis pasos y de los ajenos. Sentado con ella en la periferia de todo me alivia pensar que al menos he dejado de creerme su centro.
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