10 febrero 2009
Nemo
Me he improvisado un barco atando unos cuantos propósitos desahuciados, una o dos consistentes decepciones y un fallido intento de mejorar algo importante, que suelo coger de una esquina y usar de timón para tenerlo bien vigilado.
Con tales materiales, como podrán entender, por muy buen ingeniero naval que uno sea , la cuestión es cuanto tiempo tardará el barco en hacer aguas y llevarte al fondo de cabeza.
Pese a todo he de admitir que una vez abajo, entre medusas y redes de arrastre, el navío ciñe medianamente bien, corta las corrientes con relativa facilidad y te lleva a los sitios de una forma bastante discreta, por debajo del chapoteo de la gente del exterior.
Lo cual no lo hace una mala opción, si no te gusta la gente, no te importa mojarte, oler a pescado, estar perpetuamente resfriado, y no ser invitado jamás a las cenas de etiqueta que celebran en el club náutico.
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