15 diciembre 2008
Largo recorrido y media velocidad
Yo y mi resfriado hemos ido y hemos vuelto sentados de espaldas a ciento noventa y cuatro kilómetros por hora en un tren de largo recorrido y de media velocidad. Curioso el uso del término "media velocidad", en un mundo tan amigo de los extremos, tan adorador de las simas y de las cumbres.
Dejando de lado el hecho de que hay personas de quien uno nunca querría ser compañero de asiento, ni de vagón -y si me apuran, de planeta- , de las muchas cosas que he aprendido este fin de semana, me quedo con una iluminación reciente: si una familia puede ganarse la vida hoy en día con un puesto de venta de figuritas de belén especializado en pastores que cagan, el resto de la gente (yo, y tambien ustedes) puede, y hasta cierto punto debe, hacer con sus vidas lo que les venga en gana, sin miedo al fracaso o a lo que puedan decir los demás.
Persigan sus sueños, canten más fuerte mientras se duchan y dibujen a pulso todo lo que puedan, aunque las líneas a veces salgan torcidas.
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