28 febrero 2005

Marcan territorio

Vivió en un interminable anuncio de cereales dietéticos hasta que un día el navegador de su coche le guió en la dirección equivocada.
¿Quien recoge la mesa en esos fastuosos desayunos en familia?¿Quien tiene tiempo para sí mismo?¿Cuanto dura el coche nuevo sin alguna raya de aparcamiento? Lo mejor que pudo haberle pasado es no darse cuenta de que en los lujosos complejos residenciales nadie conoce a nadie.
Y el viejo que cada noche recoge sus basuras escupe furtivo en las verjas de las entradas, burlandose de los samoyedos que ladran a su paso.
Todos protegen lo que es suyo. Todos marcan territorio.

25 febrero 2005

Licencia

Conducir un coche, manejar un vehículo pesado, ejercer la abogacía, utilizar armas, tratar a un paciente, construir un edificio, pilotar un avión, manipular alimentos, navegar en barco...

Sin embargo nadie te hace un exámen psicotécnico antes de concederte un papel importante en su vida y sus sentimientos.
Y es paradójico, porque tal vez así se evitarían accidentes y pérdidas.

24 febrero 2005

Dias como hoy

Días como hoy, en los que todo el mundo a mi alrededor se plantea ser espada o pared, me apetece quitarme de en medio, robar un bote de remos y hacerme a la mar a buscar el fin del mundo.
Una vez allí, les escribiría una carta muy corta en la que no se explicara la razón de mi desaparición. La metería en una botella de cristal con tapón de corcho y pasarías las horas mirándola, decidiendo qué hacer con ella.

23 febrero 2005

Perdedor y talentoso

Esta noche he asistido al concierto acústico de unos amigos, en el café de un conocido teatro de mi ciudad. Casi al final, han invitado de forma improvisada a subir al escenario a un individuo que llevaba la totalidad del recital encasquetandose uno tras otro varios carajillos de ron en la barra.
Nada en su aspecto revelaba que tuviera alguna aptitud musical. Es más, su andar tambaleante me hacía dudar de que pudiera ser capaz de subirse a la tarima.

Su aspecto era el del típico parroquiano cuarentón de bar de barrio. De los que fichan en él ocho horas diarias....o más. Podría ser un personaje de Bukowsky si no fuese por el aura que desprendía, innegablemente ibérica. Aura de empleado de estación de servicio, o de taxista. De padre o de vecino.

Sólo había dos cosas en él que no cuadraban con esa primera impresión. Una eran las finas botas de piel tipo cowboy que asomaban bajo los camales. La otra el silencio expectante y la sonrisa de los pocos asistentes (que sin duda sabían mejor que yo de que iba el tema)

El caso es que cuando este señor se ha sentado (dejado caer?), y han comenzado las guitarras, se ha llevado una hármonica de blues a los labios y el quejido que ha sonado sencillamente me ha atravesado, erizandome el vello de los brazos y dejandome con una sonrisa boba e incrédula.

Se supone que no me interesa el blues, pero este señor del que no recuerdo el nombre pasa por la via directa a mi santoral personal. Apóstol de la perdición cotidiana, sacerdote de la persiana bajada cuando sale el sol.

De mayor quiero ser así de perdedor y talentoso.

22 febrero 2005

Invadido

Las envidias en el trabajo. Lo poco valorada que está la colaboración en la biblioteca y la falta de seriedad de las alumnas becarias. La madre manipuladora y egoísta, que siempre ha vivido entre algodones. Lo hermanos, desconsiderados e insolidarios. El amabilísimo señor de Gas Natural al que no habían contratado el servicio de calefacción a pesar del largo viaje realizado. El difunto padre, figura dominante y respetada que dejó un gran patrimonio dilapidado en pocos años con gran irresponsabilidad. La discusión provocada por la elección del tapizado de los sillones. A quién se le ocurre escoger una tela parecida al ante en unos muebles de exterior...

Pensaba dedicar mi viaje de tren de hoy a hacer un instrospectivo repaso de mis miserias personales, pero un señor se ha sentado a mi lado y ha comenzado a declamar las suyas propias a sus amigas, con tono y cadencia de soliloquio de tragedia griega.

EL volumen de mi reproductor mp3 se ha mostrado a todas luces insuficiente para eclipsarlo.
Ahora tengo la cabeza invadida de problemas y lo peor es que no son los míos.

21 febrero 2005

No barre la pena

Durante mucho tiempo barrí sin descanso sin darme cuenta de que mis propias suelas eran las que trufaban de despercidios el suelo tras mis pasos.
Luego me cansé de barrer, pensando que no valía la pena el esfuerzo.

Ahora sé que algunos problemas se arreglan desde dentro y hacia afuera.
Y si quiero saber como están unos suelos, tan sólo miro las suelas de su dueño.

18 febrero 2005

Intermedio

Llegué tarde para coger el tren de todas las mañanas. Y pronto para coger el siguiente.
La inflexible rejilla horaria de salidas me condenó a veintidos minutos de forzada inactividad contemplativa. Todo un reto para los urbanitas vocacionales que siempre estamos en tránsito hacia algún lado.

Me acomodé dentro del grueso anorak. Hacía mucho frío, y cada exhalación apresurada de los transeúntes era apostillada por un leve rastro de vaho, aun estando resguardados por la enorme bóveda metálica de la vieja estación.
Me apoyé en una de las vigas de acero plagadas de remaches y me dispuse a captar los pocos rayos blancos de sol que atravesaban los cristales translúcidos de la claraboya.

La misma voz femenina de todas las mañanas repetía impasible y neutra las correspondencias entre andenes y el destino de los trenes que había en ellos.
Un afilado Euromed procedente de algun sitio lejano fenó majestuosamente y vomitó unas decenas de pasajeros, la mayoria cargados con portafolios y pequeñas maletas rodantes.
Yo pensaba absorto qué sería de la propietaria de la voz femenina e impasible que algún día grabaron, postprocesaron y trocearon para ser manejada como un títere por algún operario aburrido tras una consola llena de botones.
Me preguntaba qué sensación debería darle entrar en una estación y oir una versión descarnada de su propia voz, procedente de todos lados, cargada de un eco casi eclesiástico. Una voz ubicua, omnipresente y también ausente a todo lo que abajo ocurría.

Un crujido extraño me sacó de mis divagaciones. La voz se interrumpió de golpe. Luego volvió a mitad de palabra, con esa intermitencia característica de una conversació telefónica con poca cobertura.
Un último crujido de despedida y se hizo el silencio.
A nadie pareció importarle, por lo que concluí que los presentes en la estación eramos todos usuarios cotidianos y expertos.
Los viajeros del euromed terminaron de desaparecer por la puerta de salida.
Un cercanías salió, avisando en última instancia del cierre de sus puertas con la histérica y consabida salva de pitidos.

Y de pronto me quedé solo. La pulida explanada del hall de la estación aparecía desierta ante mis ojos, una escena inaudita a esas horas de la mañana. El continuo parloteo automático de la megafonía enmudecido y se hizo un silencio solemne.
Una empleada de matenimiento arrastraba un carro de limpieza a lo lejos. Escuché una paloma revolotear sobre mí y posarse en las vigas arqueadas que soportaban el techo.
Los rayos de la claraboya trazaban líneas de luz en el aire que al tocar el suelo dibujaban rectángulos blancos en él.
La escena comenzó a resultarme cada vez más irreal según pasaba el tiempo.
Empezaba a pensar que algo excepcional estaba ocurriendo y que tal vez yo era el único que no se había enterado. No sería la primera vez.

Y en ese momento algo se rompió de nuevo. Llegó un tren. Volvió la voz femenina y ubicua. Aparecieron decenas de personas de los vagones. Conversaciones. Pasos. Prisas. Una risa.

Sacudí la cabeza. Llegó mi trén. Me metí en él. Y el tren partió, como siempre.

17 febrero 2005

Cibeles

Estoy fuera de onda.
Alguien me ha dado una patada en el culo y me ha catapultado a las antípodas del buen gusto y la percepción de la belleza femenina.
Porque a mi esta chica, más que atraerme o parecerme interesante, me preocupa.

16 febrero 2005

Barrer debajo

La gente no cambia, aunque lo pidas por favor.
Debieron avisarnos, y ahora que nos vemos obligados a soportar nuestras respectivas miserias, descubro que no tengo fuerzas para esperar a que dejes de mirar tu imagen reflejada en todas las superficies.
Prefiero dormir abrazado a mis incoherencias que esconderlas bajo la cama y repetirme con un mantra hueco que soy mejor, que nada me afecta y que tengo todas las respuestas.
Al menos así puedo barrer debajo sin miedo a encontrarme sorpresas.

15 febrero 2005

Triunfadores

Supongo que cualquiera puede triunfar en algo en concreto (si está lo suficientemente enfermo).

14 febrero 2005

Fast Forward

estación
prisa
asiento reclinable
peajes
extraradio
fallido fórum
sants
bienvenida
lolo, la mascota autista
I want to be cool & noisy like an iMac G5
todo es "lounge" ahora
sick of jordi labanda
nos gustan los sitios marginales
quiche vegetal
estos odiosos niños un día pagarán mi pensión
siestas
jim jarmusch tom waits y roberto begnini
fiesta casera, grapa croata y pompas de jabón
mañana...ouch
bicicletas de madera
poleo terapéutico
In...posible
superando el trauma de la tortilla
show en el cangrejo: "la pasti" y sus travestis
encuentro funda-mental y el comando de valencianos peligrosos
lujuria on the dance floor
los cuatro irreductibles
quien tuviera ahora un masclet
nitsa apolo
perversión previsible
reencuentro con el argentino errante
amanecer y superviviencia
mantas en el comedor y stereo total
los calcetines inadecuados
desayuno a las tres
despedida
contraluz de nubes negras, atardecer color mandarina
anochece y esta película es infumable
estación

10 febrero 2005

BCNtrip

El secreto para preparar bien una maleta es tener algo de previsión, algo de disciplina, y algo de tiempo.
Yo no tengo ninguna de esas cosas. Ni siquiera tengo maleta.

Así que apretujo la ropa en la saca y me voy corriendo, que hay cosas que no esperan.

09 febrero 2005

Hacia atrás

Últimamente parte de mi cabeza ha estado adormecida, y notaba un cosquilleo y una nada cuando intentaba usarla.
Como cuando te incorporas y descubres que tienes una pierna dormida.

No nos gusta que una parte de nosotros se nos haga ajena y nos deje de responder. Pero quizás deberíamos acostumbrarnos y aprender algo de ello.

Camino hacia atrás, siguiendo el serpenteante camino que ha dejado la cojera de mis pensamientos. En esas huellas oblícuas tal vez estén los porquéses que tanto gusto de coleccionar y que últimamente había extraviado.