29 diciembre 2010
El invierno, sin embargo
El frío dejó de ser un problema cuando aprendí a abrigarme sin meterme en manta ajena. Y cuando cedió el nudo de la última de mis pulseras, me dí cuenta de que era sólo un cordón que ella ataba a mi muñeca. Desde entonces diciembre fue sólo un mes y la nochevieja una noche cualquiera.
El invierno, sin embargo, siguió siendo el invierno. Pero me alegré de darme cuenta de que dejar de cavar en mi sima era el primer paso para salir de ella.
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6 comentarios:
Tal vez si hubieras cavado lo suficiente hubieses encontrado la salida por el lado contrario, nunca se sabe :)
Mks.
De todos modos, a mí siempre me gustó más el frío y los días grises, quizás por aquello de que el contraste con mi forma de ver la vida no era tan acusado que en los días soleados del verano. Y porque la melancolía, aunque sea el placer de estar triste, es todavía uno de los pocos placeres que se pueden practicar en soledad (en público no te dejan, parece que es pecado).
Eso sí, cuando salgas de tu sima, no la cubras con los desperdicios que sacaste de ella. Siempre va bien un lugar acogedor y conocido donde poder refugiarse de vez en cuando.
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