14 agosto 2009

Crítico itinerante

Durante más de siete décadas, la Guía del Trampolín ha sido un referente para todo aficionado al encaramamiento y posterior salto desde un lugar elevado.
Ser crítico de la Guía del Trampolín es un empleo muy bien remunerado, si bien requiere una vida de discreción, sacrificio y continuos desplazamientos para catar cualquier plataforma, escalerilla o risco del territorio nacional.
Los propietarios de hoteles y piscinas privadas suspiran por conocer la identidad de ese anónimo visitante que, de forma inadvertida, visita sus locales y se marcha tras darse un breve pero impecable chapuzón. Del veredicto de este discreto y silencioso personaje dependerá el éxito su negocio la próxima temporada.
Pero el crítico de la Guía del Trampolín no conoce la diversión, ni los largos baños ni estancias prolongadas. En su maletín tan sólo hay un bloc de notas, un par de billetes de avión y un gorro de baño cuidadosamente doblado.

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