25 octubre 2008
Shields down
Los grupos de adolescentes que intrigan y cuchichean crípticos mensajes en sus móviles mientras miran escaparates. El cretino motero ruidoso que embutido en su mono multicolor acelera su moto hasta el infinito, como gritandole al mundo "aquí estoy, ódiame".
Las parejas cruzan el paso de cebra mientras discuten algún conflicto recurrente y aparentemente irresoluble.
Los letales ciclomotores de reparto de pizza, acrobáticos incumplidores de las normas de tráfico. El abnegado corredor de fondo novato que, estrenando chándal y deportivas, renquea enrojecido añorando su bata y sus deuvedés. Los padres abnegados y sus hijos hiperactivos. Los policías, las dependientas, los perros y los amos a los que pasean, los borrachos, los camareros y los coches de bomberos.
En días como hoy, camino por la ciudad aturdido y sobrepasado por la enorme cantidad de energía que todo el mundo parece invertir en las cosas que hacen. Así que procuro pasar desapercibido mientras camino a casa esperando que nadie exija demasiado de mí por una temporada.
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