27 junio 2008

Finas rodajas

Mi matasanos me ha adosado a la cintura un pequeña cajita que está midiendo las prisas de mi corazón durante veinticuatro horas. Para ello corta mi vida en finas rodajas, de veinte minutos. Cada veinte minutos he dejarlo todo, parar de caminar, dejar hablar y esperar a que el dichoso aparatito termine su metódica tarea.
Ello obliga a hacer todas las tareas entre esos lapsos. Las conversaciones, llamadas telefónicas, bajar a comprar. En caso de que irrumpa la rodaja dictatorial, toca detenerse y dejar las bolsas en la acera. El resto de transeuntes, los de la vida en un sólo bloque, pueden mirarte extrañados, y no entenderlo. Y tú, que durante esos segundos tampoco puedes hablar, sólo puedes mirarles y tal vez poner cara de circunstancias.
Ansío mi vida de una pieza. Todo sea por la ciencia.

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