01 noviembre 2006
Under pressure
Señoras y señores, hoy he descubierto que soy terriblemente hipertenso.
En gran parte por predisposición genética.
Sin duda hay tambien un factor ambiental.
Y algo me dice que hay un elemento vocacional: en todo lo que hago me cuesta ponerme, pero cuando me pongo lo hago a lo grande.
Creo que los numeritos de la alta y la baja forman, junto con el índice del Euribor, el pelotón de cabeza el ranking de numeros puñeteros más odiados por millones de españolitos. Tal vez porque todos ellos implican negarte cosas que te gustan por mucho tiempo.
Además, hay una total falta de estética en esto de ser hipertenso. Si tuviera la tensión baja podría sufrir glamourosos desmayos en sitios públicos, caer desvanecido en la cola del cine y que una guapa desconocida me sujetara la cabeza con ternura mientras gritara desesperada al resto de personas "¡un médico!¡un médico!". Pero no, la hipertensión es una dolencia como de septuagenario ex-ministro franquista. De señor gritón e intransigente. De cara colorada y de vena latente en la sién.
Probablemente piensen que si lo primero que me afecta de la noticia es la pura estética, me tendria que hacer mirar la cabeza también.
Y supongo que algún día lo haré, pero vamos a ir poquito a poquito.
Pero de momemto me dejo la sal.
Y el café.
Oh, mi querido café...
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