05 septiembre 2005

Ella

Me enseñó a convertir las manecillas del reloj en espirales. Aprendimos juntos a vivir del revés, sentados en los techos de las amplias estancias mirábamos a la gente caminar por debajo, ajena y atareada.
Estoy en mi sitio, en el punto en el que ni quiero ni necesito más de lo que tengo.
Sólo quiero que no me vuelvan a faltar minutos para aprenderme su espalda.
Sólo quiero no dejar de notar su olor en las sábanas.

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