22 agosto 2005

Clic

Mis horas de sueño se me habían convertido en periodos en blanco; tres puntos entre corchetes durante los cuales el sueño me echaba del escenario enganchandome el cuello con la curva de un bastón y mi yo cotidiano se quedaba esperando en alguna burbuja la cansina tonadilla del despertador de mi teléfono para volver a enfundarse en mi cuerpo.

Ahora algo ha hecho clic. No he sido artífice del cambio ni soy capaz de identificar su orígen. Tan sólo sé que desde hace unas noches cuando me duermo asisto a un auténtico concierto en clave de REM. Algo me hace soñar más deprisa y más intensamente de lo que nunca recuerdo haber hecho. Extensos y detallados, pero a la vez frenéticos y complejos. Tal vez conscientes de que sólo disponen de una noche para existir y han de echar el resto en las pocas horas que concedo a la cama.

Me son totalmente ajenos, no los entiendo casi nunca. Los lugares y personas que conozco en ellos me resultan totalmente sorprendentes. Y al despertar recuerdo menos de la mitad de la mitad.

Empiezo a pensar que estoy soñando los sueños de otra persona. Tal vez alguien los ha extraviado o los está soñando cada noche con algo de retraso y arrugados, como de segunda mano.

Me siento como si estuviera pirateando los canales de televisión por pago de un vecino extranjero. Lo único que me impide disfrutar de los programas es que siempre los pillo a mitad. Y que nunca vienen subtitulados.

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