18 octubre 2010
Una hecatombe, ya
Esa noche, que hacían una película de catástrofes de esas en las que el mundo se acaba para salvarse en el último momento, pensó que si llegase el fin del mundo lo mejor sería que llegara de pronto y sin avisar. Sin tiempo para heroicidades ni para recapitulaciones. Ni discursos, ni reproches ni arrepentimientos. Un fin del mundo de los buenos, que pillara a la humanidad con los pantalones bajados, como pilló a los dinosaurios: o comiendo, o cagando, o haciendo el amor.
O, ya en nuestro caso, insultando a un conductor o componiendo un soneto. Haciendo cualquiera de esas de las cosas tan hermosas, aburridas o absurdas que a fin de cuentas nos hacen humanos.
Y seguidamente apagó la tele por prudencia, traicionando su propio razonamiento: estaba solo en casa, había poco tráfico afuera y ya había cenado. Pero si esa noche todo se acababa, elegía mil veces antes el soneto. O tal vez lo de ir al baño.
6 comentarios:
XD
Mks.
No comparto tu idea. Preferiría un preaviso, tengo muchas gilipolleces que hacer antes de morir, y lo peor de todo es que muchas de ellas no puedo hacerlas de no ser que el mundo acabe, que putada.
Coincido contigo Pab
Un pisotón ya..........
A morir sin previo aviso
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