25 octubre 2008

Shields down

Los grupos de adolescentes que intrigan y cuchichean crípticos mensajes en sus móviles mientras miran escaparates. El cretino motero ruidoso que embutido en su mono multicolor acelera su moto hasta el infinito, como gritandole al mundo "aquí estoy, ódiame". 

Las parejas cruzan el paso de cebra mientras discuten algún conflicto recurrente y aparentemente irresoluble.
Los letales ciclomotores de reparto de pizza, acrobáticos incumplidores de las normas de tráfico. El abnegado corredor de fondo novato que, estrenando chándal y deportivas, renquea enrojecido añorando su bata y sus deuvedés. Los padres abnegados y sus hijos hiperactivos. Los policías, las dependientas, los perros y los amos a los que pasean, los borrachos, los camareros y los coches de bomberos.

En días como hoy, camino por la ciudad aturdido y sobrepasado por la enorme cantidad de energía que todo el mundo parece invertir en las cosas que hacen. Así que procuro pasar desapercibido mientras camino a casa esperando que nadie exija demasiado de mí por una temporada.

15 octubre 2008

Destructores totales

Tengo la teoría de que,  antes de provocar un el consabido holocausto animal de proporciones bíblicas, el dichoso meteorito que acabó con el reinado de los dinosaurios  dió de lleno en la cabeza de un pobre estegosaurio que andaba por allí buscando algún matorral que llevarse a la boca.


Y si bien su suerte no fue ni mejor ni peor que la de sus congéneres, estoy seguro de que una décima de segundo antes del impacto levantó su largo cuello, miró al cielo y tuvo tiempo de pensar algo así como: "¡Coño!¿Con lo grande que es el mundo y me tiene que caer a m...?"

Y hoy tengo también la firme convición de que ese bicho era un ancestro mío. Sin duda.


10 octubre 2008

Como el tiempo

En mi país últimamente la lluvia cae de lado empujada por un viento vandálico que zarandea las persianas.
Hay un "no sé" envalentonado que últimamente se empeña en responder a todas mis preguntas, como pidiendo el rescate por el azul ahora secuestrado que antes me alegraba las mañanas.
Y desde el centro de la borrasca sólo veo algo claro: de la gente que siempre está como el tiempo los peores somos los que además perseguimos las tormentas.