05 febrero 2007
Ensartando nubes
El funambulista controla cada uno de sus movimientos y vive sentado en el filo que separa la falta del exceso. El equilibrio es su razón de ser, y la ansiedad el pan con el que moja todos sus guisos. Si por algún desliz perdiera pie, todo se acabaría. Lo mejor que le puede pasar es llegar al otro extremo del hilo sin mayor novedad.
Ser hombre-bala es mucho más sencillo.
A fin de cuentas tan sólo ha de esperar la explosión, y disfrutar del viaje cuando las cosas se desencadenan.
El hombre-bala es ajeno a la desgracia o éxito de su empresa. La mecha decide el cuándo, y la física de los cuerpos trazará la parábola de su trayectoria.
Y si tiene suerte, esta le llevará lejos y alto, ensartando sucesivas nubes con un "plop!" ahogado , hasta estrellas antes desconocidas.
Muchos pensarán que es una triste tarea, la de hombre bala. E imaginarán terrorifico el momento de tocar el suelo.
Pero a mí me gusta, porque vive en la caída. Se abandona y se abraza al torbellino y aprende a disfrutar de las cosas buenas cuando vienen. Y se sorprende a sí mismo queriendo repetir apenas ha tocado el suelo.
Haganse el favor, sean hombres (o mujeres) bala alguna vez.
Y compartan el sitio en el cañón con alguien especial. Eso es casi lo más importante.
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