27 enero 2007

Los silencios largos

Creo que cuando a temporadas uno deja de escribir, suele haber dos causas posibles:

1.- A veces conjuran la rutina, el calendario y los insípidos cortados de máquina. Se las arreglan para anestesiarte las ganas de letra. Y no encuentras en la cabeza nada digno de ser dicho, escrito o recordado.

2.- O pasa lo contrario. Y te pasan cosas a las que necesitas estar tan atento que prefieres no desviar la vista, por si te pierdes algo. Y luego te lo guardas todo en un frasco y se queda macerando. Y de esa confitura involuntaria a veces salen las mejores mermeladas.

Pienso que los silencios no son malos mientran estén llenos de algo.
Y en eso estoy últimamente ocupado.
Olvidando lo malo. Y confitando.

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