14 agosto 2008
Conflicto internacional
La otra tarde llamó a la oficina preguntando por mí un señor holandés que hablaba en inglés. Gracias a su acento, al mío, a mi cerebro en huelga por la modorra postdigestiva y a los simpáticos operarios que a mi alrededor perforaban el techo con una taladradora y escuchaban a Shakira en un transistor de vigoroso timbre carajillero, conseguí mantener una conversación telefónica de más de tres minutos con él sin tener al final la más mínima idea de quién era, de qué quería o de cómo había obtenido mi teléfono.
Pese a todo, se despidió de manera muy cordial y parecía hasta agradecido por mis respuestas y comentarios.
Supongo que es mucho más sencillo llevarse bien con alguien que entenderle realmente.
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