03 junio 2007
Frágil
Dos inacabables segundos sujetando fuertemente el volante de un coche que gira sobre sí mismo fuera de control. La carrocería que se deforma a cámara lenta y pequeños fragmentos de plástico que comienzan a flotar ingrávidos por encima del capot. Una sacudida que te devuelve al aquí y ahora y destapona tus sentidos. Pequeños sonidos a tu alrededor. El siseo del motor roto que se desangra, el goteo de sus fluidos en el asfalto. El sonido de la respiración de tu amigo, al que el abrazo del cinturón lo ha dejado sin aire durante unos segundos. El sonido de la tuya propia.
Tus manos aún cogiendo el volante con fuerza. ¿Estás bien?¿Estás bien? Estoy bien.
Aún me aturde pensar qué pudo haber pasado, los cientos de ramificaciones funestas que podrían haber crecido al abrigo de esos dos segundos en los que el tiempo me paró.
De todas ellas se me ha regalado la menos mala. Soy un auténtico estúpido. Y soy muy afortunado. Y desde hoy, también soy un peatón.
Ojalá esto que escribo le ahorre esos dos segundos a alguien menos prepotente que yo. Ojalá ayude a ese alguien a entender lo frágil que es todo.
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