31 mayo 2007

Al final de la burbuja

Las calles de mi barrio se llenan de balcones con carteles de "se vende".
Con el resto de mi vida está pasando algo parecido. Es tiempo de cambio. Muchos de los retazos de eso que soy yo se dejan llevar por la inseguridad y el temor al cambio. Malvenden sus viviendas costosamente adquiridas hace años para emigrar a sitios mejores. Se mudan y me dejan casas vacías, e incluso algún edificio amenazando ruina.
Yo, que a fin de cuentas no soy más que suelo urbanizable y algún que otro tímido paraje natural, observo todo esto como un expectador más, aún dolorido por las cicatrices de las demoliciones. Espero a que se vayan para, una vez convertido en páramo, poder decidir dónde irán las fuentes y dónde los chopos.
Se acabaron las circunvalaciones y los aeropuertos. Ser urbe cosmopolita me terminó saliendo muy caro. Probaré a reencarnarme en tranquilo pueblecito, tal vez en la periferia.
Voy a intentar ser menos, y de paso mejor.

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