28 abril 2006
Las inmutables leyes estadisticas
Links from an external page (other web sites except search engines)
Resulta que en las estadísticas de CQPNS pone eso , y justo debajo, la lista de los sitios que te enlazan.
Y comienza una lista más larga de lo que piensas. Y te pones a pinchar enlaces y te llevas más de una sorpresa. Sorpresa agradable, claro. Me he dado cuenta de que los tiempos en los que eramos cuatro gatos y nos teníamos todos controlados han quedado atrás.
Soy un desastre. Tengo al resto de los blogs tanto o más abandonados que el mío. Y es una lástima, porque me he dado cuenta de que hay cosas muy interesantes por ahí.
Tal vez al final, esto de Internet sirva para algo. No gracias a mí, claro está. Lo mío es inutilidad premeditada y exquisita.
Search Keyphrases (Top 10)
Debajo de eso te salen las palabras que, introducidas en un buscado, han llevado a CQPNS.
Resulta que la segunda es "historias tristes". Yo no sé en donde tienen la cabeza los servidores de los buscadores cuando categorizan las páginas que encuentran en función de su contenido, pero está claro que no saben leer entre líneas.
Nunca envíes a una máquina el trabajo de un hombre (a no ser que ese trabajo de asquito)
Bueno, bien mirado la mayoría de los trabajos dan asquito. ¿De qué estaba hablando? Ah sí, los servidores.
Bueno, el caso es que tras meditarlo profundamente he decidido cambiar las cosas. A ver si catalogan este post de historia triste. Lectores humanos, disculpen el siguiente párrafo.
Sol noche arrumacos cerveza vacaciones amigos viajes paellita velocidad despertarse tarde tortilla sexo matutino concierto verano salir suplemento semanal tapeo lotería sexo nocturno buenas canciones descanso playas vacias riojita powerpop luna grande ropa limpia
...y etc.
20 abril 2006
Matematicas, pubertad y un ingles en trineo
"En el caso harto improbable de que un día me muera, deseo que mi cuerpo sea incinerado. Y que mis cenizas sean esparcidas sobre la cabeza de la Srta. Ballester, mi profesora de matemáticas de tercero de BUP."
Durante mucho tiempo rondaron por mi cabeza últimas voluntades de ese tipo. Ahora las cosas han cambiado.
En primer lugar, porque hoy tengo la certeza de que nunca me voy a morir.
El otro cambio reside en mis insanos sentimientos hacia la Srta. Ballester.
Tal vez sea la edad, la dieta equilibrada o las interferencias de los reptidores de telefonía, pero el tiempo ha matizado mi odio hacia ella.
Se preguntarán qué me hizo la pobre mujer. Realmente nada. Tal vez su única falta fue profesar un gran amor a las ciencias exactas. Ese amor empapaba toda su tarea docente, flotaba en el aire de la clase como etéreo polvo de tiza, inundaba los minutos de su (para mí interminable) hora lectiva de la misma forma que su mano llenaba de derivadas e intergrales hasta el último centímetro de la pizarra.
Su único crimen fue habitar en un planeta distinto al mío. Pensar que cualquiera podría entender y llegar a apreciar sus clases si ella se esforzaba lo suficiente. Lo siento, Srta. Ballester.
A usted la prepararon para combatir la ignorancia y la rebeldía adolescentes. Tal vez incluso el desinterés y el pasotismo. Pero mi coraza era de otra aleación. Yo nunca entendí nada de lo que me intentaba explicar. Nunca me cupo en la cabeza que las letras y los números se pudieran sumar.
Cuando intentaba centrar mi vista en alguna de las variables, las otras se me arremolinaban alrededor y bailaban por mi retina, confundiéndome.
Más tarde aprendí que los herbívoros hacen lo mismo cuando son atacados por una leona en las llanuras de la sabana africana.
Nunca fuí un depredador de letras. Lo mio siempre fue rumiar y mirar como los otros cazaban. Y hacer dibujitos en los apuntes. Usted nunca se explicó porqué mi mirada se quedaba fija en el centro de la pizarra cuando me preguntaba. Y yo nunca supe hacérselo entender.
Usted se merecía un alumno mejor, de eso estoy seguro. Ahora lo entiendo todo.
P.D.: Aprobé las mates de BUP y COU de una manera más que precaria, gracias al copieteo compañeril y el lobby de los profesores de humanidades (en recesión, pero aún poderoso en esas épocas) Cuando tuve que escoger carrera, no lo dudé ni un segundo, me decanté por una de ciencias puras.
No me pidan que lo explique. Ni yo lo entiendo. Pero tambien es estúpido coger un trineo y pasarse meses dando vueltas por el Polo Sur para terminar palmandola de frío. Y a ese fulano inglés lo consideraron un héroe.
06 abril 2006
Casa de fotos
Tú no lo sabes, pero la hija de la señora que hace años montó la casa de fotos de tu barrio ha crecido.
Y lo ha hecho bajo el mostrador, comiendo bocadillos de nocilla y fisgando a hurtadillas en los sobres de los clientes.
La hija de la señora que hace años montó la casa de fotos de tu barrio te esquiva cuando te la cruzas por la calle. Pero no sólo a tí. Lo hace con todo el mundo. Porque sabe tus secretos y tus miserias. Y los de todos los demás. Ha visto tus viajes. Tus cumpleaños. Estuvo en el bautizo de tu sobrino. Y ha observado con todo detalle esas pocas fotos especiales que escondes en el cajón de los calcetines.
Y eso es una carga demasiado pesada para cualquiera, y más para ella.
Así que si un día, ojeando un album, encuentras dulces huellas de cacao impresas en los bordes piensalo bien antes de enfadarte.
Problemas de agenda
La sociedad de la información era un fraude. Lo supo de forma inmediata y sin saber porqué. Lo iba a apuntar en su agenda electrónica, pero en un gesto decidido e irreflexivo la lanzó hacia atrás por encima del hombro y se puso a caminar.
El cacharrito rebotó y resbaló por debajo de los coches aparcados hasta acabar trabado en la rejilla de un desagüe, junto a una lata arrugada de una bebida energética.
Diecisiete minutos después se arrepintió de su impulso. Volvió corriendo. Buscó en cuclillas resoplando y maldiciendo pero llegó tarde: el chorro a presión del eficiente servicio de limpieza había introducido la agenda en el alcantarillado.
Dos horas y veintidos minutos depués la agenda flotaba junto con otros residuos sólidos en el embalse de una planta depuradora donde un brazo gigante giraba removíendo el lodo, oxigenandolo, separando el agua del detrito.
Y sólo a doscientos metros y cincuenta y dos minutos de distancia, estaba el mar.