04 marzo 2009

Y al final no pudo ser

Aun recuerdo cuando de chaval me enteré que en los juicios de verdad no se puede levantar uno y gritar "protesto".
Creo que ahí terminó prematuramente mi (por otra parte, leve) interés por estudiar leyes.
Con la de protestos que tenía yo pensado gritar. Deseaba convertir mi vida en una apelación contra todo y contra todos.
Reclamando justicia en cada exhalación, en cada bostezo o ademán, esperaba vivir protestando hasta el día de mi muerte, como un mantra enrabietado e imposible de acallar.
Iba incluso a disponer que apareciera "protesto" en mi esquela en los diarios, una enorme y anónima esquela con negrísimas negritas y a toda página.
Y en mi epitafio también. Una placa de granito con sólo dos fechas, y la única palabra que hubiera resumido la perfecta existencia que tenía planeada.

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