29 diciembre 2010

El invierno, sin embargo

El frío dejó de ser un problema cuando aprendí a abrigarme sin meterme en manta ajena. Y cuando cedió el nudo de la última de mis pulseras,  me dí cuenta de que era sólo un cordón que ella ataba a mi muñeca. Desde entonces diciembre fue sólo un mes y la nochevieja una noche cualquiera.
El invierno, sin embargo,  siguió siendo el invierno. Pero me alegré de darme cuenta de que dejar de cavar en mi sima era el primer paso para salir de ella.

12 diciembre 2010

De perros, arquitectos, modistos y licencias

Desconozco cuales son las aptitudes necesarias para criar un cachorro de husky siberiano, pero sospecho que carezco por completo de ellas. Algo me dice que antes de cumplir los tres meses el bicho se acabaría erigiendo en lider de mi manada, redecorando el salón su gusto a base de dentelladas y estableciendo la ley del terror en mi propia casa. Cuestión de capacidades de liderazgo y territorialidad.
No hay nada de dramático en ello, es bueno conocer las propias limitaciones, aunque te de pena tenerlas. El problema suele venir cuando alguien va por la vida ignorando las suyas propias.

Un ejemplo lo encontré el domingo pasado. Era mi último día en Londres y pasábamos la mañana paseando por el Támesis haciendo tiempo para coger mi avión. Hacía un frío que pelaba y nos metimos en el muy recomendable London Design Museum donde había una exposición sobre un arquitecto llamado John Pawson lo suficientemente bien planteada para que un total profano como yo la disfrutara bastante.
Me llamó mucho la atención una serie de cartas manuscritas, correspondencia que Mr. Pawson intercambió con Karl Lagerfeld. Ya saben, ese señor con aspecto de androide geriátrico  enviado desde el futuro para exterminar la autoestima de toda mujer que no quepa en una talla treinta y cuatro.
Al parecer el modisto encargó a Pawson el diseño del entorno circudante a la pista de tenis de una de sus mansiones. El arquitecto le remitió una serie de bocetos en donde se esbozaba una pista de tenis circundada por una sutil estructura perfectamente circular camuflada por un perímetro de árboles que ocultarían totalmente el terreno de juego desde el exterior.
Lo acertado o no de la propuesta es opinable, pero me sorprendió la vehmencia de la respuesta de Lagerfield. Eran unas pocas líneas repartidas en cuatro folios; la letra de Lagerfield es enorme, no sé si fruto de la miopía o de un ego desmedido. En ellas, el misógino personaje despachaba la propuesta, casi indignado, espetandole al arquitecto que "tendría que saber que él odia cualquier cosa redonda".

Entiendo que la profesión de este señor implique tener un criterio estético muy claro en todas y cada una de las cuestiones, pero me resulta difícil de creer que diga esto alguien se dedica a vestir las redondeces del cuerpo de una mujer.
He pensado en ello y creo que debería inventarse una licencia obligatoria para diseñar ropa, y que a este señor se la deberían revocar de manera permanente.

Y creo que deberían inventarse muchas más licencias, como la licencia para hablar en una tertulia televisiva,  o la licencia para ser alguien en la vida de otra persona y poder responder a sus expectativas. Debería haber una licencia para poder hablar, y otra para callarse. Y una para enamorarse.   Incluso propongo instaurar una licencia para mezclar alcohol con antigripales y esa a mí, desde anoche,  me la tendrían que quitar.

29 noviembre 2010

Latifundista involuntario

Dice siempre un amigo que cada vez que haces algo por alguien a quien quieres sin esperar nada a cambio ensanchas tu parcela de cielo, especialmente cuando esa persona no te hace demasiado caso. El asunto no deja de tener gracia porque mi amigo es bastante ateo, así que de su teoría deduzco que un acto de amor desinteresado no deja de ser una transacción en la que aceptas como pago por tu altruismo unos cuantos metros cuadrados parcelados en medio de la nada.

A veces se cuela en tu vida alguien que te cortocircuita el instinto de autoprotección y te aboca quizás sin saberlo a un sinfín de intentos frustrados de obtener una atención mínimamente proporcional a la que tu le profesas.
Y en su desinterés, y en tu insistencia,  te conviertes en poco tiempo en triste terrateniente, un latifundista involuntario propietario de comarcas y continentes enteros allá en los cielos. Mal asunto poseer tantas cantidades de nada, y no poder visitarlas, ni tener nada con qué llenarlas.

De esto nadie está a salvo, y es posible incluso estar al mismo tiempo en ambos lados: bebiendo los vientos por alguien que esquiva con condescendencia y al mismo tiempo multiplicando el territorio celestial de otra persona desgraciada que siempre tendrá un rato para sujetarte el paraguas, para ayudarte en la mudanza, para acunarte en los desvelos y para mirarte con ternura furtiva y desahuciada cuando te hayas girado para pagar las cervezas.

14 noviembre 2010

Sólo sueño

Con la rara clarividencia que dan el punto de alcohol y  la falta de sueño, a veces encuentro ratos en los que puedo tumbarme un rato y dejar de pensar en esas futiles epopeyas laborales de tan vital y escasa importancia que a veces me amargan. O en la dueña de mis mañanas y de mis madrugadas,  esa involuntaria protagonista de mis lunas desahuciadas que duerme a veces lejos y casi siempre acompañada.
Hay momentos en que el mejor de los versos palidece ante las más ciega y sorda de las urgencias mal gestionadas, pero afortunadamente esta noche no tengo uno de esos. Esta noche sólo tengo sueño y eso, al menos en mi caso, casi siempre es bueno.

27 octubre 2010

Pájaros parados en el aire

El dia que ella dijo que tenía bastante  los pájaros quedaron parados en aire, y algo más negro y viejo de lo acostumbrado se le quedó  a vivir adentro. Salió de casa poco abrigado, y esquivando transeúntes buscó  algún lugar en las afueras donde donde sentarse a esperar que el sonido de mar falsificado de la rodadura del tráfico lejano fuese arrullando a ese inquilino desconocido que vivía en su pecho realquilado.
Y una vez consiguió dejarlo dormido, no pudo más que quedarse despierto, mirando y escuchando, apurando esas horas raras en las que sólo él habitaba su cuerpo.

21 octubre 2010

Sujeto negativo pleno

No les entiendo -dijo visiblemente incómodo-, y no entiendo porqué me han abordado y me han sentado en esta mesa. ¿Me están diciendo ustedes que les intereso porque les doy dolor de tripa?
Sus trajeados interlocutores sonrieron condescendientes como quien escucha la pregunta ingenua de un niño. Se intercambiaron una mirada cómplice que pareció servir para designar un interlocutor.

Me temo que efectivamente no nos ha entendido, caballero -respondió el menos alto-.  Pero no le culpamos por ello, ya que no le pagamos por entendernos. Le pagaremos por otros motivos, pero le explicaremos eso a su debido tiempo. Desgraciadamente, con tanta premura es difícil que usted pueda entender el alcance y los detalles de su...su peculiaridad...

Sí, el hecho es que usted nos da dolor de tripa -interrumpió el alto, irritado por los titubeos de su compañero- . Es inevitable sentir un leve pero contínuo retortijón en su presencia, ya sea al escuchar su voz o al verle limpiarse las gafas o remover su café. Es una indefinible y sutil sensación la que usted provoca, caballero, pero es imposible obviarla. Estamos seguros de que a usted le ha ocurrido alguna vez con alguien, tal vez tuvo un profesor en la escuela o un compañero de trabajo que, por bien que le cayeran, a usted le provocaba un leve pero contínuo dolor de tripa. Era algo superior a usted y sólo conseguía atajarlo alejandose de ellos.
Bueno...- respondió el sujeto, pensativo- el hecho es que sí, tuve un compañero de la mili que...

Su pasado no nos interesa, caballero- continuó el alto-. Y que se haya topado con alguien así tampoco le hace especial. Los estudios demuestran que es algo bastante usual, una cuestión de incompatibilidad en las feromonas.
Lo que le hace a usted un sujeto raro y extremadamente valioso -continuó su compañero- es que usted provoca este efecto en todas y cada una de las personas con las que se cruza. Es lo que los teóricos han denominado como sujeto negativo pleno. Y hasta hace unas semanas pensábamos que un sujeto como usted no existía más que en la teoría. Pero nos equivocábamos, y eso es algo maravilloso.

Deben estar en un error, señores.-respondió airado el sujeto.  Yo tengo esposa... hijos... familiares y amigos que... que... ¿Quienes son ustedes?

Entiendo su reacción caballero... pero convendrá conmigo que usted nunca ha gozado de mucha popularidad. Ni en su trabajo, ni en su familia. Ni siquiera como una de las múltiples parejas de de alcoba de su esposa...

¿Pero cómo se atreve?- se levantó el sujeto tirando su silla- ¡No le permito que me..!
No es necesario que finja sorpresa ni monte una escena- le tomó del brazo el más alto, inmovilizandolo sin esfuerzo- lo sabemos todo de usted, de su vida y de su matrimonio. Siéntese, termine su café, y déjenos terminar de presentarle nuestra oferta...

El sujeto se sentó, casi dejándose caer en la silla. Su gesto abatido denotaba que había algo de verdad en las palabras que acababa de escuchar. Una extraña pieza de aristas cortantes hacía que por una vez el puzzle de su vida conformara por fin una imagen y ésta tuviera sentido. Sólo que no le gustaba lo que esa imagen le mostraba.
Ustedes.. ¿ustedes lo notan?¿No les molesta?
Así es- le contestó el alto con gesto estoico, casi orgulloso- pero estamos entrenados. Y cobramos por ello.
No se deprima, caballero -le dijo el menos alto en tono casi conciliador-. Podemos ayudarle. Podemos hacer que su vida tenga un objeto.
¿Me lo pueden quitar? - preguntó esperanzado- ¿Tiene cura?
Me temo que no- respondió el alto.
Pero podemos pagarle.

18 octubre 2010

Una hecatombe, ya

Esa noche, que hacían una película de catástrofes  de esas en las que el mundo se acaba para salvarse en el último momento, pensó que  si llegase el fin del mundo  lo mejor sería que llegara de pronto y sin avisar. Sin tiempo para heroicidades ni para recapitulaciones. Ni discursos, ni reproches ni arrepentimientos. Un fin del mundo de los buenos, que pillara a la humanidad con los pantalones bajados, como pilló a los dinosaurios: o comiendo, o cagando, o haciendo el amor.
O, ya en nuestro caso, insultando a un conductor o componiendo un soneto. Haciendo cualquiera de esas de las cosas tan hermosas, aburridas o absurdas que a fin de cuentas nos hacen humanos.

Y seguidamente apagó la tele por prudencia, traicionando su propio razonamiento: estaba solo en casa, había poco tráfico afuera y ya había cenado. Pero si esa noche todo se acababa,  elegía mil veces antes el soneto. O tal vez lo de ir al baño.

14 octubre 2010

Consejos y trayectos

Trabaja como si no cobraras por ello, ama como si nunca te hubiesen hecho daño, y baila como si nadie te estuviese mirando
Este triple consejo que hoy he leído me suena bastante bien. Pero hace unos años no le hubiera hecho ni caso. Son los inconvenientes de nacer con esa urgencia individualista que empuja a algunos a inventar su propio método y sistema para todas y cada una de las cosas antes de dar demasiado crédito a la experiencia del resto del planeta.
La fe desmedida en el propio criterio puede llevarte por caminos raros. Lo más normal es que te termine guiando en la misma dirección que al resto del mundo, pero es posible que tu trayecto sea un poco más largo y el paisaje más escarpado.
Si tienes suerte y ese divorcio con todo lo que el mundo te pueda a enseñar no es definitivo, puedes encontrarte disfrutando como un niño con pequeños descubrimientos que otra gente ignora porque ya pasaron por allí hace muchos años, y el viaje les resultaba tan cómodo que lo hicieron medio dormidos.
No se llamen a engaño: que la frase que encabeza esto me parezca un buen consejo no quiere decir que lo cumpla. Alguno de esos puntos se me resiste bastante.
Lo cual me recuerda que he de intentar seguir otro consejo muy bien dado hace poco por alguien a quien preocupan mis irresponsables horarios: Las noches son para dormir.
Bona nit.

07 octubre 2010

Sendak (ganas)

Tengo todo un catálogo de ganas extrañas. Algunas nacen de mí y otras son tan raras que deben ser encontradas.
A veces me entran ganas de abandonarme en un bosque y encontrar un claro donde enterrarme en un manto de hojas secas y dormirme envuelto en ellas. Ajeno a todo lo demás, sabiendo que nadie me va encontrar pero teniendo la secreta certeza de que tú, si quisieras, podrías hacerlo sin esfuerzo.
Es más o menos entonces, con esas ganas, cuando reparo en el hecho de que hay pocos bosques y los buenos quedan muy lejos. Y nada de lo que veo por la ventana me confirma que existan o sean cosa de libros de cuentos.
Y entonces se desvanecen las hojas, la bruma, los árboles y tambien su agujeros. Y me quedo yo sólo con mis ganas de perderme y de que nadie pueda encontrarme.Y con esas mal llevadas ganas que tengo de que a tí te de por buscarme.

04 octubre 2010

Duelo al sol

El día que la conoció leyó el filo negro mate de su párpado y esa linda sonrisa de francotirador. Y supo que tarde o temprano acabarían en un duelo al sol. Que sería el peor parado y que encajaría un balazo de esos que siguen quemando mucho tiempo después de haber curado.
Pero no le importó: compensaba ser de los malos sólo por estar en el reparto.

29 septiembre 2010

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Eras un fallo tan hermoso y tan inevitable que no pude menos que ponerme de rodillas y mirar como el más tierno de mis instintos suicidas daba cuenta del resto de lo poco que quedaba. Del olor de tu risa. Del sonido de tus rodillas cuando se plegaban. De todas y cada una de nuestras mejores tardes perdidas.

19 septiembre 2010

Pause/Still

Estoy un poco hastiado de verme encasillado en ese microgénero de reflexión vaga y autocompasiva que últimamente tiñe todo lo que escribo. Si no fuera yo quien los escribe me aburriría soberanamente. Nada me gustaría más que sacudirme esta manta pesada y polvorienta, pero entiendo que es algo que tiene que llegar con el tiempo, y no puedo elegir el momento pero sí la manera en cómo afecta a las cosas que hago.
Así que he decidido escribir sólo cosas que sumen y evitar compartir el resultado de mis restas, al menos hasta que llegue el momento en que me salgan las cuentas. Y si nada suma por un tiempo, pues me espero. Supongo que si leyera esto no estaría entendiendo nada y ¿veis? me refiero exactamente a eso.
Hace años me habría tomado las cosas a la tremenda y habría escrito una despedida melodramática pero me sé de sobra, conozco mis ritmos y mis manías y sé que tarde o temprano terminaré lagrimando letras, y formando con ellas alguna de mis incoherencias por aquí.

14 septiembre 2010

Semántica de riesgo

Una vez me salió una palabra nueva escribiéndola por error: difulminado.
Me gustó en cuanto la vi adornada con el rojo punteado del corrector ortográfico. Durante un tiempo estuve buscandole una definición que la mereciera: una sobre sucesos leves que aparentemente no tienen ningún efecto sobre algo o alguien, pero que con el tiempo lo terminan desdibujando y haciendo sus contornos borrosos.
Al poco desistí por no encontrar un ejemplo al que aplicarlo. Pensé que si nada responde a la palabra inventada tal vez fuera que sobra en el diccionario.

Ahora  ya no estoy tan seguro de eso, y el ejemplo antes buscado me pilla tan cerca que prefiero no pensarlo demasiado, y ocupar mi tiempo inventando otros términos más afortunados. Quiero hacer una gran lista de palabras nuevas que suenen necesariamente positivas.
Si la historia tiene que repetirse esta vez quiero estar preparando y que el partido se celebre jugando en mi campo.

04 septiembre 2010

Oh well, ok

Mi pellejo, viejo y sabio, me dice que no hay nada de malo en los síes ni en los noes. Que son palabras que siempre se salvan de la quema, tal vez por estar tan llenas de consecuencia y significado. Que no hay ningún problema tampoco en un "vale bien",  nada extraño en las tibiedades, ni en dar la razón ni en defender todo lo contrario.
Lo único que me pide mi pellejo es que esté alerta si más tarde escucho miles grillos en mi cabeza, cantándome mal,  diciendo que tenga cuidado porque me estoy equivocando.  Porque será mi pellejo al fin y al cabo el que tendrá que lidiar esquivando las consecuencias de lo dicho, y tambien de lo callado.

02 septiembre 2010

Nicho

Si busco mostaza en el supermercado puedo encontrarme cinco o seis tipos en los estantes. Sin embargo, tras media vida de metódica vigilancia a una distancia prudencial, sólo he conseguido discernir tres categorías en lo que concierne a religiones:

  • Las que te prometen conseguir lo que deseas en el otro mundo tras una existencia abnegada.
  • Las que te prometen conseguir lo que deseas en vida, cobrándose un tributo inmediato en ofrendas y sacrificios, ya sea propios o ajenos.
  • Las que te enseñan a no desear nada, como medio para evitarte el sufrimiento de andar intentando conseguirlo.

Me llama la atención que no exista ningún credo que nos ayude a decidir qué es lo que realmente queremos. Y que no hable de conseguirlo, que ya somos mayorcitos y sabemos cómo va la cosa. Y que se deje de milongas, promesas y recompensas, ya sean angelitos, nubes pisables, ríos de vino o harenes de vírgenes ligeras de ropa.
Me parece un nicho por aprovechar. Sirva esto como propuesta, a ver si alguien se anima y lo monta. Yo hoy por hoy me haría creyente, practicante, y si tengo el día tonto tal vez hasta sacerdote.

25 agosto 2010

Quechua

Nadie informa en las tienda de deportes y aventura sobre la cantidad de ángeles y demonios que pueden colarse en los cientos bolsillos de una de sus mochilas. Tras en unos días de escapada muchas cosas buenas y malas pueden escurrirse dentro y anidar en las costuras, por muy avanzados y estancos que sean los cierres y el tejido.
Algunas pueden meterse dentro antes de partir y te las encuentras en el punto de destino. Otras se esconden durante la travesía y anidan latentes en tus armarios cuando de vuelta a casa deshaces el equipaje.
Mi mochila sigue erguida en el pasillo después de dos días, y de ella he sacado sólo lo imprescindible. Su presencia a contraluz resulta tan inquietante como la cantidad de cremalleras que me quedan por abrir y comprobar. Mi cabeza tiene la pereza de quien evita procesar lo malo, y de alguna manera retrasa el momento de plastificar lo bueno con el simple estatus de recuerdo.

04 agosto 2010

Pinocha

De cuando el mundo era pequeño, el tiempo se medía en ratos y las tardes eran más lentas recuerdo el marrón oscuro de las costras de mis rodillas y las meriendas de fuagrás y de nocilla; inventos de madre, cosas pegadas al pan que no pudieras desechar. También las bicicroses y motoretas, los polos de hielo y los petazetas y las manchas de resina que mi madre me quitaba de la piel con aceite de oliva. Las verjas verdes y oxidadas, las parcelas llenas de grava, el cine de verano en el bar de la piscina y las mañanas de agosto explorando el monte con mi bicicleta. Aventuras solitarias aprendiéndome el camino de todas las pistas de tierra y llegando a la gran torre de electricidad de forma piramidal que mantenía muy alto en medio de los pinos esos seis cables de alta tensión que cruzaban el cielo de lado a lado y que no sabías dónde iban a parar. Recuerdo estar mirándola bajo un sol de justicia embotado por el sofocante canto de cien mil chicharras, el sonido del calor y del mediodía.  Y la placa amarilla y triangular con ese símbolo de un hombre atravesado por un rayo que me tenía hipnotizado. Recuerdo acercar la mano y escuchar vibrar el metal al son herziano, grave y continuado,  de miles de voltios electricidad. Ese sonido como de serpiente de cascabel, que aún sin saber si puedes o no tocar te avisa que es mejor mirar desde una distancia prudencial.

27 julio 2010

Zumo de naranja

Después de una vida de cepillarse los dientes tres veces al día, respetar el orden de cola cuando se abría una nueva caja, llevar una bolsita de plástico cuando paseaba a Sultán, practicar deporte de forma ocasional pero con la vestimenta adecuada, usar seda dental, beber con moderación, ir a bodas de amigos y familiares, mirarse preocupado esa fea peca de la espalda, recordar al menos tres chistes para las reuniones sociales, animar al equipo local, ver los partidos en el bar, pagar puntualmente impuestos y derramas de comunidad, agradecer de forma innecesaria al conductor que eventualmente frenaba dejandole cruzar el  paso de cebra, poner lavadoras, casarse con la novia de toda la vida, añorar a la chica con la que no pudo ser, ver las pelis comerciales pero de pensar, remendarse calcetines, renovarse el carnet, ponerse protección solar, acordarse de aniversarios y efemérides, jugar año tras año sin éxito en el sorteo navideño de lotería de su empresa, practicar sexo conyugal, coleccionar casettes, cedés, deuvedés y blurrais, posponer de nuevo ese viaje soñado, graduarse la vista y aumentar de dioptrías, hacer pequeñas reparaciones domésticas, vestir casual pero formal, ir a cenas de antiguos alumnos, saludar en el ascensor, cambiar el aceite del coche y pasarle iteuves, limpiarse el cerumen con agua caliente y rascar con la uña esa diminuta mota del baño del espejo que no queda claro si es una mancha de pintura oscura o un defecto de fabricación, el protagonista de nuestra historia fue a comprar zumo de naranja embotellado para descubrir que su marca predilecta ya no estaba en los estantes. Y nunca volvió a estar.
Lo que pasa a partir de aquí no es relevante. Por desgracia para el protagonista de nuestra historia, lo que ha pasado hasta aquí, tampoco lo es demasiado.

23 julio 2010

Rancheras en el deslunado

Cada casa del mundo tiene sus trucos, sus misterios y sus manías.

La que ocupo ahora tiene una cocina cuya ventana da a un estrecho deslunado. Ese hueco interior de planta triangular te hace, por algún milagro de la acústica, escuchar nítidamente las conversaciones que tienen lugar en cada una de ellas como si la persona espiada estuviera a tu lado mientras cortas apios.

Desde hace unos días me llega una voz distinta de la cocina del tercero. La que antes ocupaba la pareja jóven que intercambiaba agrios reproches mientras ella preparaba su ensalada y él esperara a que se terminara de hacer su pizza. Era una pareja en evidente fase terminal: vivir con alguien y no cenar lo mismo nunca es una buena señal.  
Pero no permitamos que mis reflexiones sobre dietética conyugal nos desvíen de la cuestión: La nueva voz era una voz firme y pausada, de hombre mayor. Una voz de señor.  Una voz que habla despacio por teléfono y termina meticulosamente las palabras, mimando la dicción. Parece la voz de un hombre reflexivo y métodico,  alguien que madruga, se limpia siempre en servilletas de tela y se plancha la raya del pantalón.

El caso es que esta noche la he escuchado pensando que era la primera vez y de pronto he recordado que la oí la madrugada del sábado pasado. Era una de esas en que llegas algo feliz y perjudicado y te das una ducha y abres la nevera para darle un buen golpe de estado y beber algo frío antes de irte a dormir.
Recuerdo que al abrir la nevera el condenado motor que le da vida se calló dándome tregua por un rato, y con en silencio de la madrugada llegó desde la ventana un quejido prolongado. Al principio pensé que era alguien pidiendo ayuda. Luego me acerqué a la ventana del deslunado y escuché algo lejana una grabación, una ranchera mejicana  La voz que cantaba encima, evidentemente alcoholizada, era la voz de hoy, la voz de la impecable dicción, la de la servilleta y la raya del pantalón. A duras penas vocalizaba la letra, añadiendo una nueva dimensión de pena a la ya de por sí triste canción, subiendo de tono en los estribillos y bajando a un murmullo ahogado y lastímero en las estrofas. Una de esas voces de borrachera espesa y solitaria, una voz que bordaba el aullido apagado de un perro lastimado.

Y realmente no sé quien es ese señor, y habrá a quien  la cosa le puede dar risa si un día me lo cruzo en el ascensor (si algún día llego a tener ascensor), pero desde esta noche ese señor tiene mi respeto y mi comprensión. 
Porque en este mundo histérico de positivismo, ansiolíticos y permanente disponibilidad,  todo el mundo nos debemos, necesitamos, y si no lo tenemos, deberíamos reclamarlo, un momento para estar y sentirnos completa y jodidamente derrotados.  Una sima, un valle, un punto más bajo en el que podamos lamernos las heridas, cantar rancheras en la cocina, o tal vez llorar mientras nos damos un baño. 
Un momento que más tarde, ya recompuestos, recordemos y nos haga sentir que no importa lo que venga después, lo peor ya lo hemos pasado.

19 julio 2010

De menos

Echo de menos cuando mirando el cielo de noche podía unir con el dedo las estrellas con segmentos y renovar las constelaciones, darle al cielo un aire nuevo decidido por mí y no impuesto por filósofos griegos. Echo de menos el tiempo en que era dueño de mi razón y también de mi sueño. Cuando con un tirón de las riendas podían enderezar la línea de mis pensamientos y hacerla transcurrir por mis lugares predilectos. Cuando no era yo el que la seguía a ciegas agarrado a ella y sin saber si el camino es el bueno.  Cuando mi condenada capacidad para permanecer despierto no conspiraba contra mi cuerpo y no me devolvía por las mañanas a mi pellejo en el mismo punto de partida, sólo que con un poco más confuso y con un poco más de sueño. Y echando de menos algo, siempre echando de menos.

11 julio 2010

Llamp

Tengo a un amigo que está jodido porque una vez lo partió un rayo.  Y de él quedaron dos mitades en el suelo, la que querría haberse muerto y la que se alegra de haberlo vivido.
Tengo un amigo fraccionado en hemisterios nocturnos y soleados,  que no pide permiso y que se disculpa demasiado.
Tengo medio amigo con grandes principios y otro medio con impulsos incontrolados.
Tengo un amigo desconectado que al caer fulminado desordenó sus quieros y sus puedos y ahora no sabe cómo emparejarlos.
Tengo un amigo deconstruido que solía dar buenos consejos pero ahora calla y se mira el hueco cauterizado, preguntándose dónde encontrar un hilo que pueda coserlo y dejar una costura que aguante el trasiego diario.
Tengo un amigo en dos pedazos que está convencido de que necesita dos máquinas del tiempo, una para retroceder dos meses y otra para adelantar cien años.

08 julio 2010

Mi gol

Hoy es un día raro y feliz para mí. Y no hablo de los designios del pulpo adivino ni de los millonarios chavales en pantalon corto que tan bien nos representan.
Hoy es uno de esos días en los que me pasan cosas que me hacen pensar que los planes, para variar, pueden funcionar.

04 julio 2010

A veces hay veces

A veces hay veces que me enfado y quiero exiliarte en lo más hondo del crater que me dejan tus ausencias.
A veces hay veces que no me basta mi trozo de tarta, por grande que sea.

23 junio 2010

Flotando atravesados

Nadie piensa en los finales cuando construye algo.


Los ingenieros de cohetes ahuyentan la idea de que el fruto de su trabajo va quedar un día muerto y obsoleto. Pero las baterías y el combustible tienen una caducidad. Y el día que esta llega, lo que antes era un moderno y útil satélite se convierte en una gigantesca bola de billar que orbita silenciosa y eternamente el planeta a once kilómetros por segundo sin nada que la detenga. A esas velocidades un simple tornillo traviesa cualquier material como un perdigón una hoja de papel.

Si dos de estos cuerpos de los miles que rodean el planeta en una madeja enrevesada se topan, ocurre una fabulosa colisión de destrucción mútua y garantizada. Y el problema queda multiplicado por la cantidad de miles de fragmentos que resultan del choque, que siguen recorriendo la órbita en varias direcciones y al mismo ritmo endiablado, sin nada que los detenga.
Cada día, miles de tornillos, arandelas y trocitos de microchip incrementan esta amenaza.

Hay quien dice que esta es una cadena que no se va a detener y que un día el sueño espacial terminará antes de haber podido empezar del todo, porque nos hemos envuelto en una alambrada letal de metralla en contínuo movimiento.

Una metáfora de nuestra  insólita capacidad de negar lo inevitable, y de minimizar las enormes consecuencias que los sucesos más pequeños pueden tener en determinadas circunstancias, por obra y gracia de las atracciones, de las inercias y de las faltas de resistencia.

15 junio 2010

Autofocus

A veces la cabeza te hace clicks extraños, parecidos a esos leves zumbidos y vibraciones que hacen las cámaras modernas cuando la presión de tu dedo les delata tu intención de fotografiar algo.
La única diferencia es que las cámaras, tan competentes,  suelen apañar un buen resultado y tu cabeza es bastante más imperfecta; hace los ajustes necesarios pero suele tomarse su tiempo.
Lo malo de dormir mal durante varios días es que no sabes si piensas raro por la falta de sueño o es la propia falta de sueño la que te hace pensar raro. Mientras ese ciclo perverso se realimenta, te esfuerzas por mantener al resto del mundo al margen de tus bioritmos desbocados. No quieres que sepan que dormitas en la cola del supermercado, y que matas horas de madrugada recostando en la baranda del balcón velando una tras otra las horas del sueño de tu barrio.
Porque sabes que tarde o temprano las cosas vuelven a estar en foco. Distingues el color verdadero de las cosas y recuperas la nitidez de las líneas y los contornos. Y entonces duermes.

10 junio 2010

Steven

La coleta de Steve está hecha un desastre. El escueto y negro el mechón de pelo engominado que antes presidía la retaguardia de esa enorme y angulosa cabeza cuelga ahora deshilachado. Su pelo está opaco y carente de brillo, como el pelaje de los gatos viejos y desahuciados que, sabiendose a punto de morir, dejan de asearselo a diario.
Su presencia corpulenta se ha transformado en una robustez oronda. Los trajes de raso con cuello Mao  que siempre le dió por llevar le confieren ahora un aspecto cómico, como de señora mayor arreglada para el bingo.

Debe ser bastante duro ser una estrella de cine de acción y envejecer no sabiendo ser otra cosa.
Yo que no soy muy asiduo al género siempre me pasmo cuando mi tele autonómica, fiel a su línea de estilo, me obsequia en un zapping fugaz con el último aspecto de los divos de la patada voladora, se apelliden Norris, Chan o Van Damme.
Dejando de lado lo preocupante de la falta de relevo generacional en este género (empieza a parecerme cruel que los hagan correr y saltar a esas edades) no puedo evitar empatizar y compadecer a esta gente que en lugar de desear tener veinte años menos decide tenerlos pero no hacerles caso.
Hay cierta elegancia quijotesca en esa actitud que me trae a la mente a las divas ajadas, a  Liz Taylor, a Bette Davis o a la misma Sara Montiel, sin ir más lejos. Una suerte de indolente y patético glamour entre trozos de cristal suspendidos en el aire a cámara lenta, algo que sin advertilo se han encontrado después de muchos años de no buscarlo.

03 junio 2010

Felicidades Fújur

Y gracias por darme el empujoncito para ponerme a recapitular un rato :)
Ahí van 139 páginas de incoherencias: Seis años de CQPNS

21 mayo 2010

Volkan

No nos conocemos, ni creo que lo lleguemos a hacer. Pero hemos compartido cenas y siestas en el mismo espacio,  separadas por un sesgo de tiempo indeterminado.
En un barrio como en el que vivo es deporte habitual sacar del buzón correspondencia de inquilinos anteriores, casi siempre de fuera, que han ocupado tu casa antes que tú. Accidentes congelados, episodios de biografías anónimas capturados en la fría base de datos de clientes de algún banco u operador de telefonía que no es consciente (si una corporación puede ser consciente de algo) de que su destinatario pisa ya otras tierras.
He recogido y guardado correspondencia de Wenceslaos, Expósitos y algún Igor, esperando la improbable llamada del destinatario que nunca llegó .Pero nada de lo acontecido antes me preparó antes para encontrar una carta en mi buzón destinada a Volkan Diyaroglu. Volkan, Volkan Diyaroglu.
Tal vez sea lo exótico de su fonética lo que me hiptnotiza. Tal vez Diyaroglu sea el García de algún país lejano. Tal vez Volkan sea un jornalero o trabaje en la obra y sólo piense en sí mismo y  en comprarse un teléfono móvil mejor que el que tiene. O tal vez toque un Stradivarius como el mismo diablo. El caso es que ese nombre lleva ya un buen rato capturando mi imaginación, atrapada en la infantil idea de que el propietario de nombre así tiene que tener inevitablemente algo de extraordinario.

Me quedaré con las ganas de averiguarlo, pues su carta no leída acompaña ya a los Expósitos, Ígores y Wenceslaos, ciudadanos de mi reino de los improbables.

Si por una de esas carambolas a las que la vida ya me tiene acostumbrado Volkan o alguno de sus allegados llegara a leer eso y a molestarse, espero que disculpen y entiendan el hecho de que nada de él he tomado o he contado. Sólo repito su nombre y me pregunto qué demonios será de su propietario.

18 mayo 2010

Locas

Dice un amigo que las mujeres locas son su tipo.
Tomamos café en una terraza y valoramos candidatas. El panorama es desolador porque todas las buenas están ya pilladas.

12 mayo 2010

Jamón

Desde la última cena de sobaquillo en casa, hace cosa de una semana,  en la que casualmente todo el mundo pensó traerme un paquete de jamón serrano en lonchas,  almuerzo como y ceno jamón para que no se ponga malo y me toque tirarlo. En tostadas, en tortilla, en las pizzas y hasta en alguna ensalada.
Lo cual no está mal, pues el jamón me encanta, pero me inquieta pensar que mientras hay gente que espera que tome las riendas de mi vida yo me muestro incapaz de controlar el contenido de mi nevera.

23 abril 2010

De las cosas que pisas

Tengo claro que hacerse mayor consiste en reducir inexorablemente la lista de cosas que te fascinan pero a la vez no entiendes. De todas ellas, una vieja superviviente es esa de encontrarte pisando tapas de alcantarilla con forma de guitarra. Exilien al raciocinio, no me expliquen su motivo, por favor.  Dejemoslas habitando en la reserva natural de las cosas inesperadas, que para ellas todo el año es temporada de caza.

16 febrero 2010

Otra de esas catarsis técnicas...

Siempre le he tenido muy poco respeto al pasado, tengo mala memoria, hace años que no guardo las entradas de los conciertos, nunca saco las fotos y en general tiendo a meterlo todo en cajas que luego nunca quiero abrir pero tampoco tirar.

Hoy soy una vez más victima de esa dejadez. No sé si por mis eternas e inevitables ganas de ser distinto aunque ello casi siempre suponga ser un poco peor, o por simple dejadez, nunca utilicé el sistema de comentarios que Blogger me ofrecía y utilicé el viejo y cochambroso sistema de Haloscan que tan buenos ratos me ha dado viendo vuestras participaciones. Pues bien, todo se acaba y la gente de Haloscan cierra la paraeta, diciendole a sus usuarios que mañana dejarán de funcionar los comentarios para siempre.

Eso me ha hecho dar un salto de la silla, porque hay un montón de cosas dichas (aproximadamente unas 7.000) en este corral a lo largo de los años de las que no quiero ni puedo prescindir. Una de esas cajas que no pienso tirar si puedo evitarlo.

En fin... Ya tengo comentarios guardados a buen recaudo y voy a intentar hacer cambios para poder reinstaurarlos... cuando se me ocurra cómo....

Mientras tanto, y si hago pruebas, es posible que veais algunas cosas raras.

06 febrero 2010

Dominamos los tejados

Pero es mejor fiarse de los que tienen los pies en el suelo.

08 enero 2010

Destiempo

En días como hoy en los que el sol no es sol sino un borrón blanco, un intento fallido, camino esquivando montículos de ceniza y pilas de leña mojada. Vestigios de chispas que saltaron antes de lo aconsejado, incinerándolo todo a su paso y otras que esperaron tanto tiempo a que llegara el momento adecuado que el momento adecuado pasó por cualquier otro lado, y se quedaron dormidas y se convirtieron en charco.