25 septiembre 2004

Y aunque juré que nunca más...

Sofá, aspirinas y arrepentimiento componen mi noche siguiente.
Algún día constaré en las enciclopedias como el inventor del suicidio por partes.
Aún así, en el peor de mis estados, tengo claro que lo vivido merece la pena.
Conocí artistas de circo con piel de oficinista, hadas de aeropuerto medio ajadas, y varios universos paralelos a los que me asomé teniendo cuidado de no perder pie.

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